L.A. Monstruo.
Qué pasaría si nos detenemos a pensar cuánto le debemos a la tristeza y la inconformidad. Qué difícil es para la humanidad asumirse. Mucho más si la concepción social o propia que se tiene del yo es la de un ser extraño. Una especie de criatura que a pesar de caminar en las mismas calles que los demás mortales se siente fuera de esa realidad. Como un estado intermedio de la materia. No como el plasma, sino más bien una masa que repta y respira del caos.
Andrea Crespo nos delinea de manera visceral la anatomía de este ser: evidentemente hembra, evidentemente triste e inconforme. Un ser que crece por cada una de las 109 páginas para finalmente aparecer frente a nuestros ojos. Hermosamente horrible. Existente e inexistente. Es que a veces parece que del libro sale una mano para asfixiarte apretando tu cuello. Cito:
“Ante el diván se bifurcan mil especies de creaturas marítimas. Escupo el contenido de la mortaja L. A. MONSTRUO se retuerce como una especie de animal indescifrable, de conjetura mal empleada. Aunque insista en decir que me conozco, vislumbro las ciudades y su porvenir. Una grieta en la pared del tedio”.
“Hermanas, hermanos: en la suave melancolía de las laderas se extiende la agonía de los niños .- un suicidio incidental que al enfrentarlo solo permite destilar luchas. Cada uno compone su muerte, así no hay espacio para la angustia”.
Como dijo Sylvia Plath: “La poesía es una disciplina tiránica; vas tan lejos, tan rápido, que en un espacio reducido tienes que desviarte a toda la periferia”. Andrea Crespo ha tomado a la poesía como tal. Ha logrado despojarse por completo de su yo asumiéndose como algo terrible e inhumano. Y creo fielmente que de eso se trata la poesía.
Andrea Crespo Granda, L.A. Monstruo, Cadáver exquisito ediciones, 2013.
Andrea Crespo Granda (1980) es una poeta ecuatoriana, XLI Premio Nacional de Literatura Aurelio Espinosa Pólit 2016, licenciada en Comunicación de la Universidad Casa Grande de Guayaquil y en literatura en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Guayaquil, ha sido directora técnica del Consejo Nacional de Cinematografía y es encargada de comunicación del CEPAM.
Foto: Óscar Peña González