Poesía reunida 1985-2016, de Rosella Di Paolo
Rosella Di Paolo: Habitación en Lima
“No soy digna de que entres en mi casa: / hay demasiada luz en ella, / verdes pastos, blandas camas, / pero una palabra tuya bastará para derribarla”.
A Pavese
R di Paolo
¡Qué gran noticia! Todos los poemarios de Rosella reunidos en un solo libro. Gracias al Fondo de Cultura Económica y a Dante Trujillo, su director, por esta bella edición.
Rosella di Paolo, como los grandes poetas, se va forjando sola. No importa el rumor del mundo, el ruido de las botas, los discursos marciales. Ella, sentada en su silla en el mar, está atenta a la venida del poema que suele entrar por la ventana aprovechando una brisa en la noche limeña. Su habitación la imagino llena de libros y del susurro de las páginas que se animan y a veces, se desaniman.
Rosella tiene el humor de la que sabe esperar al amante sin impaciencia, también sabe irse a la cama sola. Rosella aguza el oído y su pluma se hunde en el tintero de un calamar. Habla de cocina, del aceite de freír, de la basura, de la casa, refugio y celda a la vez, donde, como novicias, se activan las amas de casa/amas de libros. Nunca tomó la mar en un barco de carga ni atravesó el desierto, nunca hinchó la vela esperada en vuelo de conquista ni se cruzaron hierros, nunca murió de amor ni de desdicha, los libros fueron el único territorio de los sueños de aventura y de romance. El alma se fue, por la noche, a buscar al amado, evitando las miradas curiosas de las vecinas.
Poesía limeña y universal en la que se presiente la proximidad del mar, gran puerta abierta a la aventura. Se adivina también en sus versos la frustración de siglos de la ciudad abandonada a su sueño colonial pero también se percibe el relumbrón de la sangre nueva, la de los migrantes de Europa o de Asia, candidatos a poetas. Rosella proviene del salón de la casa familiar pero también del aula universitaria, de espaldas a la pizarra da clases, tiene amigas poetas, admira a Blanca Varela, lee a los grandes del siglo de oro. Rosella atesora las palabras, las cría, las mima, las seduce, conoce su naturaleza indócil, su ingratitud de vals limeño. Las acecha, las libera cuando puede, las acaricia y desprecia como a todo lo que nos pide demasiado.
Años de lectura y escritura, cinco libros perfectos. A cada uno, nada que añadir ni agregar. Hoy relucen como el primer día que salieron de la imprenta. Nosotros, lectores, nos armamos de paciencia, por ella, por una sola de sus palabras que al caer del poema brilla como lágrimas o reluce como risa. Cada verso del libro está henchido de su respiración, el ritmo es el de las mareas, del ir y venir de los insectos o de la voluntad del viento. Rosella pasa de ver a ser vista, de callar a gritar con un almohadón de plumas sobre la boca, tan suave y potente, nos arranca las tripas y nos besa después, pasando su mano delicada sobre nuestras cabezas.
Todo es poesía. Y la vida de Rosella lo demuestra, toda ella es poesía. Come poesía, ve poesía en los cuadros, oye poesía en el viento, agita poesía en las alas de los pájaros, o en el vaivén de las olas de nuestro mar tan tristemente feliz. En Lima, se puede vivir de solo-poesía, se puede amar un hombre libro-verdura-fruta-árbol, se puede también ser Gauguin, o Pavese, se puede abrir o cerrar una puerta que resuena en el vacío o se estrella contra el aire detenido de la casa familiar. Todo es poesía, en el fondo, todos lo sabemos pero no todos tenemos el don, o la función del cuerpo, de vivir plenamente esa revelación.
Así, por los caminos errantes, su poesía indica uno claro, el único posible, el que está hecho de etapas, para coger un fruto o mirar un cielo estrellado. Ese tiempo del poema es otro, no el del capitalismo ni el de la prisa, se puede estar afuera y vivir entre libros, se puede ser la aventurera de la página abierta. Rosella nos sienta en esa silla suya plantada en el mar, a la vez inestable y eterna, que se mece al ritmo de sus frases frescas, eruditas y paganas. no hay jerarquía, como en un mercadillo todo se ofrece a la mirada fascinada de la poeta que nunca salió de esa etapa dorada de la infancia en la que existen los gigantes todopoderosos y afables cuidándonos escondidos en los recodos de los bosques.
Pero la locura acecha por ahí. De pronto aparece la loca del amor, aquella que come basura y nos ofrece el pedernal puro de su pesquisa en las fronteras de la miseria. La pobreza, mal nuestro, mal endémico que también empobrece miradas y almas. Por eso la gratuidad de la palabra la embelesa, la palabra se da a todos, se reparte como el buen pan, se bebe como un alcohol de delicia. En su poesía hay mucha veneración de los grandes poetas, de los aventureros de la novela, de aquellos que pudieron salir del encierro de la casa, por fin, y acaparar los grandes espacios. Pero también están la playa, el jardín, el patio, la habitación y la cocina. Están los espacios modestos, sus dimensiones parecidas al libro de bolsillo. Y se puede soñar, pasando las páginas de Moby Dick, como tantos antes de nosotras. Rosella, la poeta que recoge y da, que compone y da, que lee y da, es una de nuestras mayores y más altas voces poéticas. Así es, porque desde Lima, desde un barrio de Lima, desde una casa, se puede abrazar el mundo.
Di Paolo, Rosella. Poesía reunida 1985-2016. Fondo de Cultura Económica, 2023.
Rosella Di Paolo (Lima, 1960), poeta y escritora peruana, es una de las más importantes voces de la poesía en ese país. Nombrada Personalidad Meritoria de la Cultura, ha merecido el premio de La Casa de la Literatura por toda su obra. Con sus cinco libros publicados, Di Paolo ha construido una sólida obra poética.