«La vida interior de los probadores», de Valeria Correa Fiz
Valeria Correa Fiz (Argentina 1971) es una estupenda cuentista contemporánea de ascendencia española. Su primera obra La condición animal, editada por Páginas de Espuma, 2016, presenta doce cuentos peculiares, yo diría, desgarradores. En este texto me ocuparé del cuento «La vida interior de los probadores».
«La vida interior de los probadores» cuida mucho la ambientación y presenta tres escenarios: la casa del protagonista, la escuela y su centro de trabajo o tienda lujosa. Manteniendo este patrón, las voces representativas de los primeros entornos cobran relevancia, pero las decisivas en la trama son las que provienen del círculo escolar, tanto de amigos como delprofesor. El lugar de trabajo es el escenario donde se lleva a cabo la tensión de la historia. En estas circunstancias, el probador asume notoriedad cuando una compradora se pone una prenda de vestir y decide que necesita que le entallen el vestido. Este recinto sirve de pretexto para que se despliegue, sin concesiones, la “inventiva” o pensamiento del protagonista. Es importante resaltar la palabra «interior» y «cabeza» con detenimiento durante el cuento. El muchacho cumple al «detalle» sus labores de limpieza en la lujosa tienda de moda femenina, Magazzini Generali, hasta que se ve instigado por sus amigos de escuela y por videos subidos de tono a actuar con salvajismo.
El cuento se divide estratégicamente en seis sesiones. La primera: Descorriendo cortinas pone de manifiesto el mundo privado del protagonista, quien en ausencia de la madre ve videos de japonesas que lo deslumbran y desubican. Esto lo conduce a convertirse en esclavo de las escenas; por tanto, dice: «algo aletea en mi cabeza». No se hacen esperar los fluidos «color gris dinosaurio» en su cuerpo apresado por pensamientos insidiosos de carácter sexual. En este camino, brota la crueldad interna, pues es el único alumno del aula «que no había estado con una chica», es catalogado como «raro».
La segunda parte, Bienvenidos a nuestras tiendas, enfatiza el mundo que exhibimos a los demás. La tienda luce como espejo. El muchacho encuentra en su centro de trabajo un emporio para su fantasía. Mientras limpia los pisos, imagina a las chicas que usan el probador: desnudas y parecidas a las japonesas de sus videos porno. En la maquinaria de su cabeza, recuerda las palabras hirientes de sus amigos… A veces vienen a su mente las palabras maternas «nadie te conoce; todos te imaginan…», es decir, la gente lo figura como los pisos relucientes que él limpia en el turno de noche.
En la tercera, Vigile sus pertenencias, cobra fuerza la idea de «cómo era estar con una chica real», por unos momentos. Hay tocamientos. Coge las prendas que se han probado las clientas y se las envuelve en la cabeza para sentir su aroma. El instinto lo sobrecoge y cumple su función máxima. Hay escenas... La narración es fascinante, truculenta muchas veces.
La cuarta parte, No se admite cambios pasados treinta días… de la compra. Sin excepción. Aquí todo apunta a no dar marcha atrás. «Andaba cada día más loco», detesta su «apestosa castidad». Le retumban las palabras del maestro: podemos ser «crueles con nosotros mismos». En el aula, lo comparan con Gregor Samsa, protagonista de La Metamorfosis, Kafka.
En la quinta sección, Gracias por efectuar su compra en nuestras tiendas, abandona el aula para asumir una descarga de fluidos. Se pone el uniforme gris para ir al trabajo y realiza su “compra”. La compra grandiosa es apropiarse de una clienta de la lujosa tienda Magazzini Generali. El probador sirve de escenario para una escena insospechada y deplorable. Se hace pasar por modisto (sastre). Roba los accesorios para hacerle reformas al vestido de una clienta. Irrumpe en un probador y da curso a sus instintos. La clienta desconcertada apenas maniobra, los alfileres brillan, los espejos relucen y, más, más, más.
En la ultima parte, denominada Horario de atención… ¡Hasta la próxima!, llega la policía. Recuerda las palabras de su madre…
Concluimos que es un cuento magistralmente escrito, seductor, trastoca a cualquiera; nos toca de cerca. En él, el ambiente es crucial. No circulan opiniones, el protagonista evoca su interioridad. El pensamiento opera desde sus fueros más íntimos, y desconcierta: «los probadores de la tienda me son más familiares que mi propia cabeza». El título, elegido adrede, confirma que las ideas y representaciones mentales del protagonista se descorren como cortinas. Es un gran aporte «La vida interior de los probadores» sobre todo en el presente siglo, cuando mucho apunta a que las figuras familiares se desvanezcan. Aún me retumba «nadie te conoce; todos te imaginan».
Correa Fiz, Valeria. La condición animal. Páginas de Espuma, 2016.
Valeria Correa Fiz, escritora argentina, es autora de los libros La condición animal y de los poemarios El álbum oscuro, El invierno a deshoras, merecedor del XI Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez, Museo de pérdidas (2020) y Así el deseo (plaquette, 2021). Algunos de sus relatos y poemas han sido recogidos en diversas antologías y traducidos al inglés, italiano, hebreo y rumano.