El matrimonio de los peces de rojos, de Guadalupe Nettel
Las narraciones del Matrimonio de los peces rojos de Guadalupe Nettel nos presentan las turbulencias de las decisiones que tomamos. Turbulencias que nos permiten entrever las similitudes entre los humanos y el mundo animal en nuestras relaciones. Nettel, con una pluma exquisita y descriptiva, logra que los lectores se mantengan permanentemente atentos a nuestros impulsos motivados por las pasiones, las tristezas o las angustias.
El primero de sus cuentos, que lleva el título del libro, narra la vida de una pareja de humanos y su pareja de peces mascotas que son el reflejo del matrimonio y su declive. La atmósfera del aburrimiento y el individualismo se podrían confundir con la independencia como personas que muestran marido y mujer. Y, sin embargo, el punto fulminante del matrimonio es un embarazo, contrariamente a lo que, en el sentido tradicional, podría unirlos más como pareja. Irrumpe la ansiedad por no perder la unión, lo que demuestra qué tanto podemos aferrarnos los humanos uno al otro. También nos hace replantear la idea sobre la institución del matrimonio en el siglo XXI y qué tan enraizada se encuentra en las mujeres ¿es el miedo a la soledad lo que hace que una pareja no se separe? o ¿es el anhelo de que todo mejorará en la relación de pareja para que sea duradera?
Nettel, con gran acierto, nos describe una inquietante situación: el miedo ante la resignación y una lucha constante para insistir con una relación que en la práctica se desmorona y es solo cuestión de tiempo para darse cuenta que no hay marcha atrás. Los peces simbolizan la sinceridad brutal del fracaso matrimonial. Ellos saben más.
En los siguientes dos relatos, los paralelos entre los animales y los humanos evidencian, aún más, nuestras similitudes. Humanizamos a los gatos pero deshumanizamos a las cucarachas por la fealdad, la suciedad y el estorbo. En “Guerra en los basureros”, la identificación del joven protagonista con el insecto termina por darle la razón a la macabra naturaleza humana: nos desechamos y aniquilamos entre nosotros. Los animales saben cuándo no son bienvenidos, mejor que nosotros. En “Felina”, la semejanza entre la vida de los gatos y la protagonista no hace más que consolidar la libertad de elegir, ya sea para procrear, para quedarse o para partir. Los gatos y su naturaleza animal dan una lección más a la protagonista.
Parte del reino animal son los hongos, estos seres vivos que se quedan enquistados en una parte de cuerpo humano como parásitos que incomodan, pican, obsesionan y no se van, como las relaciones entre amantes clandestinos. El amor escondido y prohibido permanece en la memoria tanto en el cuento “Hongos” como en “La serpiente de Beijín”, último cuento del libro, en el que el dolor se concibe en forma de un reptil que materializa el deber de enfrentar las consecuencias de nuestros actos y aflicciones de nuestro pasado para continuar. Nettel, narra aquella filosofía oriental que simboliza la serpiente y las relaciones entre padres e hijos de este modo:
Papá me contó asimismo que en China la serpiente es un símbolo de sanación y de continuidad de la vida. En la primavera renuevan sus escamas por completo y es como si renacieran. También los hijos mayores cumplen esa función. Aseguran la continuidad de una historia que comenzaron sus padres. (p. 119)
Estos cinco cuentos ponen al descubierto las íntimas encrucijadas de los sentimientos y los deseos que nos hacen más humanos y que no nos atrevemos a decir. Nos sofocamos al guardar secretos que no queremos liberar por vergüenza al descontrol, al vernos salvajes y no civilizados. Paradójicamente, buscamos diferenciarnos de los animales, sentirnos superiores como especie dominante racional en este mundo, pero ¿no son los animales quienes nos enseñan lo irracionales y frágiles que podemos llegar a ser? Somos presas de nuestras pulsiones más enterradas que nos avergüenzan y de eso se encarga Guadalupe Nettel: de mirar hacia adentro de cada uno de los lectores, pues la naturaleza de cada uno brota, crece, enreda solo para confirmar que, al fin y al cabo, somos animales indomables.
Nettel, Guadalupe. El matrimonio de los peces rojos. Páginas de espuma, 2013.
Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973) es doctora en ciencias del lenguaje por la EHESS de París. Ha publicado tres libros de cuentos: Juegos de artificio, Les jours fossiles, Pétalos y otras historias incómodas y dos novelas El huésped (Finalista del premio Herralde) y El cuerpo en que nací. Ha sido traducida al francés, holandés, alemán, inglés, portugués, italiano y sueco, entre otras lenguas. Ha obtenido varios premios como el Premio Nacional de cuento Gilberto Owen, Prix Radio France International para países no francófonos, el Premio Antonin Artaud y el Premio Anna Seghers. Es becaria del Sistema Mexicano de Creadores de Arte y colabora regularmente con diversas revistas literarias de España, Francia, Canadá y América Latina.