El año del viento, de Karina Pacheco Medrano

El año del viento, de Karina Pacheco Medrano

El año del viento, de Karina Pacheco Medrano

“Hay muchas formas de morir” -se puede estar con vida y sentirse perdida, sentir que el cuerpo es una materialidad inerte y que en el camino pierde esa chispa de vida. Bárbara, Bernarda, Nina, tres personajes femeninos cuyas historias están enlazadas por querer vivir en libertad. Tres cuerpos atravesados por memorias y también ficciones. Son estas últimas entremezcladas con secretos e historias familiares que permitirán que la vida siga.

Nina es la narradora, pasa de ser la niña de diez u once años con una niñez feliz, a encontrarse cuarenta años después con la historia del país que también envolvía esa niñez como una capa más honda y profunda de la memoria misma. Umara, Andahuaylas, Talavera, Cusco, Abancay, Madrid, Lisboa, casi no aparece Lima y no es necesario. Este tránsito constante de idas y venidas es también como opera la memoria. Pero, esos viajes al pasado pueden ser hondos y mortales.

“Así son los viajes al pasado.

Volver, volver. Aunque duela.

Aunque después ese deseo se apague.

Aunque el cuerpo no vuelva.” (p. 235)

Cambiar de prosa a verso se vuelve un respiro en el texto; como los juegos de la realidad, cuando esta es más sombría se hace necesario cambiar de ritmo. Pero en la vida no hay juegos de piedras que sujetan destinos. El destino se nos abre como caminos que van bifurcándose, caminos que no podemos retroceder. No hay hubiera. La memoria no solo es campo minado, es también un hoyo profundo del cual no hay forma de salir. En esta novela, la memoria es el acercamiento desde el cual se escribe la trama. Karina le da vigor a través de la narración en prosa y verso a los estudios sobre memoria de las ciencias sociales. Podemos encontrar esos trazos en las historias, en las descripciones precisas de qué películas se veían durante 1981, cuáles eran las noticias. En una entrevista en El Arriero, Karina cuenta que la investigación de esta novela transcurrió en hemerotecas que le permitieron comprender y recordar los contextos.

Punto de quiebre: diciembre de 1981. Sin saber celebraríamos un año que estaría marcado por una vorágine de violencia.

Karina se abre paso como una antigua diosa del bosque, la novela no queda solo en las palabras sino en esas imágenes mentales que va creando con las palabras. La imagino a Karina como Nina, de alguna manera logra trasladarse a esa edad, once años cumplidos en 1981. Es también mi edad. La violencia va sucediendo alrededor nuestro, sentimos ese ambiente, pero nuestros privilegios impiden que la padezcamos de esa forma tan desgarradora, aunque finalmente esta se quiebre como un huaico que se lo lleva todo por delante. Un gran cataclismo.

Tres historias de mujeres entrelazadas y una historia de “un país que no sabía vivir sin recibir órdenes” (p. 61). Históricamente situadas, cada una de estas mujeres muestra pedazos de historia que van dando forma a las muchas memorias.  Es interesante también como los personajes quiebran los propios estereotipos de género que se formaron durante los años de la guerra con quienes dieron el paso y se convirtieron en militantes senderistas. Podían ser también jóvenes, como cualquiera, de estructuras pequeñas con dos bonitas trenzas y cabellos que brillaban.

Como cabeza de Janus, la memoria se abre mediante recuerdos y también con su contraparte de silencios. Los silencios pueden ser también hondos -se quedan apretados al fondo del pensamiento como las palabras que no se atreven a salir pero que envenenan nuestros cuerpos. También quiero tener una piedra a la cual aferrarme para perder el miedo a las pesadillas. Lo insondable de la noche es también como funciona la memoria. Seleccionamos entre los propios intersticios. Hay elementos de azar en esos intersticios, pero el contexto también limita las probabilidades y eso la autora lo describe bien para el caso de Bárbara.

Escribir una novela durante un año pandémico como el 2020 es también aprovechar el cataclismo para crear. Escribir es también es una pulsión interna y emerge como la necesidad misma de sentirse viva en medio del derrumbe. El 2020 peruano tuvo sus propios muertos que se sumaron a los dejados entre 1980-2000. El año 2020 es también una fecha importante que conmemora cuarenta años el inicio de la lucha por Sendero Luminoso en Ayacucho. Mayo de 1980.

Cuarenta años después seguimos sin conocernos y seguimos sin haber aprendido de nuestra historia y menos del dolor compartido que llevamos dentro. Karina muestra también que las memorias son particulares. El asesinato del estudiante luego de una protesta indica que ese caso sacudió el Cusco y quizás muchos recuerden su nombre y lo que le sucedió. Pero, su relato es también el nuestro, nacional. Ese estudiante no solo pudo ser cualquiera, sino que pudo suceder en cualquier otro lugar en el Perú. La guerra nos dividió y nos dejó muchas marcas que aun hoy siguen abiertas.

“El mundo se pone de cabeza

sin que nos demos cuenta” (p. 109)

Las secuelas de la guerra están presentes. Y toman protagonismo -y antagonismo—en tiempos electorales. Es inevitable no pensar la novela en este presente con brechas cada vez más insondables.

“Nos gusta lanzarnos al vacío, creer

que en el gesto de lanzarnos seremos libres,

perdiendo de vista el origen de nuestro deseo

de saltar al vacío.” (p. 110)

 

Volver al pasado es un ejercicio que no hemos hecho como sociedad. Nina lo asume como parte de su destino, de comprender no solo su historia personal, sino de encontrarse a través de la historia nacional y regional, en su propia historia. Solo así comprende Nina que puede continuar. “… no todos los fuegos pueden vencer a un incendio” (p. 198). El incendio consumió poblados enteros y nos consumió un poco a nosotros mismos, avivó conflictos intercomunales y nos sumergió en vómitos de sangre y en niños arrasados. Bárbara era apenas una adolescente, despierta y ávida por conocer el mundo. Abrirse al mundo fue para Bárbara también encontrarse con ese mar de desigualdades y cuestionarlas.

Somos parte de esa generación que atravesó una parte importante de sus vidas bajo el ritmo de coches bomba, con noticias de descuartizamientos, desapariciones y portadas de muerte. Pude encontrarme en esa Nina que solo quería ver sus series de televisión y comer chocomel, en esa Bárbara que soñaba con el cine y cantaba en portugués. Los sábados en la tarde mi mamá nos llevaba a la matiné. Veíamos todas las películas incluso las más dramáticas de cine hindú y salíamos con los ojos henchidos de todo lo que habíamos llorado. Pero, en esa sala de cine, la imagen lograba por unos momentos suspendernos de la realidad y construir otra a través de la ficción. ¿Qué hubiera sido si Sendero Luminoso se quedaba como todos los partidos de izquierda anunciando que era necesario tomar las armas, pero en realidad solo hablando de la boca para afuera, sin ánimo de hacer nada?  No se puede dar marcha atrás a esa historia, que es tan nuestra. Eso nos lo muestran Bárbara, Nina, Bernarda y Karina. Necesitamos conocer esa historia que es presente para pensarnos en futuro.

Pacheco Medrano, Karina. El año del viento. Planeta, 2021.


Karina Pacheco Medrano (Cusco, 1969) es doctora en Antropología por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado las novelas Las orillas del aire (2017); El bosque de tu nombre (2013); Cabeza y orquídeas (2012), ganadora del Premio Nacional de Novela Federico Villareal 2010; La sangre, el polvo, la nieve (2010); No olvides nuestros nombres (2009 y 2015), ganadora del Premio Regional de Novela 2008 del Instituto Nacional de Cultura de Cusco; y La voluntad del molle (2006 y 2016). También es autora de los libros de relatos Miradas. Antología de cuentos (2015); El sendero de los rayos (2013), ganador del Premio Luces y Artes de El Comercio a mejor libro de cuentos publicado en 2013; Alma alga (2010) y Lluvia (2018). En 2014 editó la antología de relato iberoamericano Cusco, espejo de cosmografías. Sus cuentos han sido publicados en diversas revistas y selecciones literarias dentro y fuera del Perú. Dedica su tiempo libre al montañismo.

Acerca de María Eugenia Ulfe

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