Escritoras fantásticas, por Sophie Canal

Escritoras fantásticas, por Sophie Canal

Escritoras fantásticas, por Sophie Canal

Hace exactamente un año, en marzo, nos cayó encima una bomba peor que la atómica. Ejerció un poder nunca visto en la historia universal, el de encerrarnos a todes sin distinción de raza, clase social, edad o género, quitándonos uno de los derechos humanos más básicos: el derecho a la libertad de circulación y sobre todo el de la vida. En el caso del Perú, según análisis de Gustavo Gorriti:

En apenas nueve meses del 2020, el Covid-19 mató a más personas que la suma de quienes cayeron en la guerra contra Sendero y en la guerra contra Chile”. (IDL Reporteros del 15 de febrero del 2021)

En la microscópica órbita de la literatura peruana, eso significó también muchas muertes en la cadena del libro, desde el cierre de las librerías, anulación de las giras de promoción, ferias, hasta la cancelación de contratos editoriales. 

Pero, paradójicamente, dio paso a nuevos modos de crear y difundir, temas antes reservados a la subcultura salieron a la luz y todo a la velocidad del virus: librerías y plataformas virtuales, audiolibros, presentaciones live en redes sociales; grupos de escritores se formaron de manera espontánea como respuestas creativas. La cultura en general y el libro en particular aparecieron de repente a los que tuvimos la suerte de no morirnos de hambre, como necesidades primarias para nuestras almas reclusas y privadas de contacto físico con el otro.

Dentro de esta proliferación de textos publicados en medios virtuales y/o físicos (no todos, obvio, de buena calidad literaria como suele pasar cuando se trata de proliferación), asistimos al florecimiento de lo que se llama literatura de género (fantástica, ciencia ficción, terror, gótica, erótica, etc.) antes despreciada por la «alta cultura» y cuyo denominador común sería la posible «suspensión de la incredulidad» ante situaciones que lindan o traspasan lo realista, pero que son verosímiles dentro del propio contexto de la narración.

Miedo frente al enemigo invisible, incertidumbre en cuanto al futuro, manipulación de la información dieron paso, como siempre ocurre en tiempos de pandemia, a distopías y ucronías, historias de zombis y conspiraciones.

Prueba reciente en el Perú, el éxito de la décimo primera edición del Congreso de Escritores de Literatura Fantástica y de Ciencia Ficción, organizada de manera antes casi subterránea por Elton Honores, y que este año rindió homenaje a los escritores peruanos Carlos Herrera y Luis Freire Sarria ocupando página entera en el diario más leído del país. 

Si bien la literatura de género siempre estuvo presente en el Perú, impulsada por las fuerzas mágicas de sus raíces milenarias, también siempre fue oculta, y hasta reprimida por el modelo dominante de la literatura realista hispánica.

Toca entonces saludar su renacimiento (¿y nuevo reconocimiento?), y sobre todo subrayar un fenómeno bastante llamativo dentro de ella: lo que me atreveré a llamar (me hago responsable) un «boom de la literatura fantástica escrita por mujeres en la zona andina», del cual fui parte sin querer queriendo.

Ahora dejaré de lado el academismo para contarles esa historia que no deja de parecerme extraña. Va en la línea que está dibujando este virus con sombrero de rey.

Escritoras fantásticas

En enero del año pasado, recibí un mensaje premonitorio picaflor. Venía de una tal Tania Huerta que me pedía participación en la convocatoria Ucronía, conformada sólo por mujeres, de su editorial llamada Pandemonium. Me venía encima un largo verano sin viajes ni planes literarios, entonces acepté el reto a ojos cerrados. Se trataba de escoger una época de la historia del Perú y de lanzarme en la aventura desconocida para mí, de escribir un cuento que desarrolle la respuesta a la pregunta: ¿qué hubiera pasado si…? Pregunta que curiosamente, ahora sí lo recuerdo, tuvo gran protagonismo en la invención de mi vida desde mi remota infancia, así como los tres puntos de un texto incompleto.

Escogí no sé por qué la cultura Moche y dentro de ella la figura de la Dama de Cao para dar propósito a ese verano aburrido. Lo tomé muy en serio. Me puse a investigar maniáticamente. Mi hijo es testigo, y ahora está harto de la Dama de Cao. Me planteé la pregunta siguiente: ¿Qué hubiese pasado si la dama de Cao hubiese abortado? (Como se sabe, ella murió por haber dado a luz). Planeé un viaje a Trujillo. Conocí la Huaca del Brujo, centro de poder de aquella Dama con la cual me obsesioné. Me llevé al hijo renegando. Corroboré mis hipótesis ucrónicas al enfrentarme con las miradas aun vivas de la poderosa momia. Acogí con fascinación y espanto las revelaciones del curandero del sitio que me relacionó con semejante lugar bajo los efectos del San Pedro, y mandé el cuento a ciegas, embriagada de poder Moche, segura de que algo nuevo estaba por darse.

Creo que no me equivoqué. El cuento de La Dama de Cao aun no sale a la luz, pero lo hará pronto con las conmemoraciones del Bicentenario de la Independencia del Perú, y a raíz de ella empezó una misteriosa lluvia. No dejaron de llegarme pedidos de literatura de género.

En marzo del mismo año, el planeta entero cambió de rumbo y mientras el mundo se caía a nuestro alrededor, Pandemonium seguía convocando.

Apenas empezó la cuarentena, la flamante editorial lanzó un nuevo reto a las mismas 20 mujeres de Ucronía, para mí desconocidas, 15 peruanas y 5 extranjeras: ¿Cómo sería el día que regresemos? Fue el primer libro físico de la pandemia publicado en 40 días en el Perú gracias al trabajo de Tania Huerta y Hugo Luque, y encima escrito por mujeres. 20 mujeres reunidas en el primer libro de una editorial desconocida que conoció un éxito inesperado, varias semanas en primer lugar de las descargas en su sitio web.

Con la lluvia, llegaron otros pedidos por el lado de mis pares conocidas. Basta mencionar al proyecto Durará este encierro. Escritoras peruanas en cuarentena, presentado por Contratapa para su sello Cocodrilo Ediciones, manejado por Victoria Guerrero, Ana María Vidal y Anahí Barrionuevo que fue seleccionado como beneficiario de los Estímulos Económicos para el Libro y el Fomento de la Lectura 2020, que otorga el Ministerio de Cultura del Perú, de cuyos frutos nos beneficiaremos pronto.

Luego de eso, me poseyeron las mujeres fantásticas de Pandemonium, proyecto tras proyecto, convocatorias, charlas virtuales tras concursos, desde casi todo el continente americano y España. Pasé lo más duro de la cuarentena peruana escribiendo sobre mutantes y zombis y leyendo a los maestros del género (H.P. Lovecraft, E.A Poe, Bradbury, etc.), así que a las plumas emergentes de la literatura latinoamericana femenina de terror (Mariana Enríquez, entre otras), me raptaron literalmente. Un cuento mío («300 botellas al mar») fue declarado cuento ganador de la convocatoria Extrahumanos de la Revista Aerternum (una de las varias ramas manejadas por Tania Huerta), y fue puesto en escena para la radio española Trovador en su programa Martes de terror, con la voz aterradora de Nieves Guijarro. Hasta me hicieron creer un momento que había encontrado mi lugar en un país donde ser escritora francesa es a largo plazo una condena perpetua a la invisibilidad.

El lunes 19 de octubre de 2020, a raíz del «Día de la escritora», se llevó a cabo un Conversatorio sobre los desafíos de las escritoras iberoamericanas en el inicio de la tercera década del siglo XXI organizado por la Editorial Pandemonium, del cual fui parte con las escritoras Tania Huerta (Perú), Nieves Guijarro Briones (España), Bibiana García (Perú), Kathy Serrano (Venezolana radicada en Perú), Tanya Tynjälä (Peruana radicada en Finlandia), Kristina Ramos, Andrea Amosson (Chile), Eliana Soza (Bolivia), Mirza Patricia Mendoza Cerna (Perú), Gabriela A. Arciniegas (Colombiana radicada en Chile), y Rocío Qespi (Peruana radica en Estados Unidos), todas integrantes en El día que regresamos, primera antología de ciencia ficción escrita por mujeres en el Perú y publicado en físico por la Editorial Pandemonium.

Fue ahí que se planteó la idea de formar un grupo de Escritoras Fantásticas. Cada domingo, a la hora del brunch, nos liberamos de las tareas domesticas para charlar sobre nuestros desafíos y dificultades para escribir en este género. Entre las historias que intercambiamos vale rescatar la de nuestra colega boliviana Eliana Soza.

Historia de Eliana Soza (Bolivia)

Cuando mi segundo hijo cumplió dos años, en el 2019, tuve que plantearme si volvería a trabajar. Mi esposo, Jorge, trabajaba en una institución con un contrato anual, lo que no garantizaba la economía familiar. Sin embargo, a diferencia de lo que pasó con el mayor, esta vez ya había empezado mi camino en la literatura y me di cuenta (bastante mayor) que era el sueño de mi vida. Entonces, trabajar durante ocho horas, como lo había hecho antes, los quehaceres de la casa y ahora los dos niños no me dejarían tiempo para escribir y leer.

Debo admitir que me sentí egoísta por pensar en mi placer personal por encima de la seguridad financiera de mi hogar, pero en este punto mi esposo fue la clave cuando me apoyó en la decisión. A finales de ese mismo año (2019) nos contrataron a ambos como docentes en los cursos preuniversitarios de nuestra ciudad, pero solo por tres meses. Eso nos aseguraba tener una entrada económica y fue lo que nos salvó el 2020, porque al ser independientes, la pandemia y luego la cuarentena nos dejó sin opciones de trabajo, aunque algunas fueron apareciendo como talleres y la edición de un libro de un concurso local. Eso y el apoyo de nuestros padres nos ayudaron a sobrevivir.

Después de unos meses oscuros al principio de la pandemia, fuimos construyendo una cotidianeidad que contribuyó a darnos certezas que no encontrábamos en las calles y que a pesar de haber transcurrido casi un año, sigue igual. 

Las mañanas empiezan con las clases virtuales de los niños, al mayor tenemos que ayudarle a que se conecte y se queda solo, pero el menor, que está en kínder hay que acompañarlo durante la hora y media que pasa. Mi esposo y yo nos turnamos para hacerlo, aunque es mi responsabilidad durante más días porque él sale a comprar una vez a la semana. Luego tengo un par de horas para dedicarlas a mis pendientes que pueden ser escribir para convocatorias, mi columna De color humano y vídeos de mi canal Letras en Rojo de Youtube quincenales, mi sector Somos Leyenda para el Podcast Incógnito File y otro sector sobre literatura semanal que me invitaron en una radio local. También estoy trabajando en la promoción de unos talleres de escritura como gancho para vender mis libros de microficción de terror.

Casi al medio día comienzo a cocinar. Jorge también cocina durante una semana al mes y aprovecho para seguir trabajando esos días. Él se encarga de la limpieza total de la casa y yo de lavar y planchar ropa. 

Por las tardes hay que supervisar al mayor para que haga sus tareas y al pequeño guiarlo porque recién está aprendiendo a tomar el lápiz. Dependiendo el avance de ellos ya puedo volver a escribir, leer o grabar mis pendientes. Por las noches antes de que duerman los niños leemos cuentos y luego más tarde converso con mi amigo Luis Ignacio Muñoz, escritor colombiano, a quien colaboro también en su blog Letras Itinerantes. Con él tallereamos nuestros textos e intercambiamos libros de escritura que comentamos luego.

Más o menos así son los días de semana, porque sábado y domingo los dedicamos a los quehaceres de la casa, a ver películas con los chicos, visitar a los suegros y jugar juegos de mesa y leer.

Como muchas escritoras he usado mis experiencias para escribir historias de terror. Por ejemplo, mi cuento «La voz de Roberto» nació a partir de mis miedos y el estrés postparto. Cuenta la experiencia de una madre que cada noche tiembla al ver a su bebé de seis meses sentarse y hablar con una voz gutural pidiéndole que haga cosas. 

Cuando vivía en un departamento que tenía un hermoso ventanal que daba a un descampado, escribí otro cuento de una embarazada que cree ver en un cuartucho del descampado una bestia, la soledad de la pandemia, el abandono de su marido y los malestares del embarazo la orillan a crear fantasías escalofriantes. 

Así lo que vivo, escucho y veo son la inspiración para diferentes textos. Igual mi experiencia como esposa me ha servido, después de esas peleas terribles he asesinado a mi pareja de formas diferentes en mis escritos, pero luego de la reconciliación todo pasa, aunque ya gané un buen texto.

Para terminar…

No será gran novedad subrayar que la literatura en general va muy mal en el Perú, aunque mejorando cada vez más. También que, por otro lado, va peor la condición de la mujer; y obviamente peor aún la literatura escrita por mujeres. No hace falta mencionar las acciones del Comando Plath creado en el 2017 por Victoria Guerrero y un grupo de escritoras peruanas tras la denuncia de acoso que realizó la poeta Roxana Crisólogo en redes sociales. ¡Y ni qué decir de la literatura de género escrita por mujeres! Más allá de todos los pequeños avances, el mundo de la literatura peruana sigue siendo manejado por la herencia machista y patriarcal. Dentro de este medio, las escritoras de género somos las brujas que cada sociedad necesita para expiar sus pecados, y nos quemarían muchos si es que aún se pudiera. Pero justamente por eso vale la pena apostar en esa causa perdida. Más allá de la situación peruana es un reto mundial. Y como escritores necesitamos retos. Es nuestro aporte a la sociedad: enseñar visiones del futuro, diseñar modelos distintos. Estamos en el momento preciso, creo yo. El mundo está cambiando. Ya nadie cree en la política. Y las mujeres tenemos mucho que decir, luego de años luces de silenciamiento. Apostemos por eso. A mí me encantan las causas perdidas. Las grandes revoluciones siempre nacieron de esto. Al mismo tiempo, nunca he visto tanta energía como a la hora de reunirme con grupos de escritoras latinoamericanas. Siento que estamos empezando a cambiar las cosas. Conversar los domingos a la hora del brunch sobre temas como ultra violencia, sexo, ciencia ficción y terror con escritoras latinoamericanas madres de familia que se dan un tiempo entre pañales y atenciones a sus maridos, da mucha alegría y esperanza. Veo que hay más y más que se atreven en hacer oír su voz.

Confío en la sororidad que somos capaces de desarrollar las mujeres. Este fenómeno no se veía hace unos años.

La historia real tal como va tomando forma ahora, creo que le da la razón a la ficción, hasta a la ciencia ficción. Con esta pandemia, nuestra vida cotidiana se ha vuelto extraordinaria, nuestra realidad ha alcanzado la ficción. Vivimos encarcelados, manipulados, vigilados y seguro por un buen tiempo. 

Ahora pienso que necesitamos más que nunca escapes a otras dimensiones que sean fructuosas, es decir que nos enseñen nuevos caminos.

Quizás sea esa dimensión de lo fantástico la única que nos queda para alcanzar alguna verdad en la era de la posverdad, dado que la narración periodística de lo cotidiano peca de corrupta.

Creo que el futuro de la humanidad, si es que haya uno, resida en eso: dejar de separar lo cotidiano de lo extraordinario, lo real de lo imaginario, la literatura de la vida. Aunque siempre con consciencia de los matices. Se trata de crear puentes, no de confundir. Reconciliar a Apolo, dios de la luz, con Dionisos, dios de las sombras, todo gracias a Hermes, dios creador de los caminos.

Publicaciones de género de las autoras citadas:

El día que regresamos. Reportes del futuro después de la pandemia, Pandemonium Editorial. Lima, 2020.

Autoras: Adriana Alarco de Zadra (Perú), Antoanette Alza Barco (Perú), Andrea Amosson (Chile), Sophie Canal (Francia), Liliana Celeste Flores Vega (Perú), Tania Huerta (Perú), María Larralde (España), Mirza Patricia Mendoza Cerna (Perú), Begoña Pérez Ruiz (España), Alejandra P. Demarini (Perú), Rocío Qespi (Perú), Kristina Ramos (Perú), Jeannette Realpe (Ecuador), Danae R.S (Perú), Kathy Serrano (Perú), Eliana Soza (Bolivia), Lizeth Tamara Calle (Perú), Tanya Tynjälä (Perú), Cecilia Valdivia Rivara (Perú), Jossibell V. Lema (Perú)

Descarga gratuita en LEKTU

  • Andrea Amosson (Chile):

Su página web

Su perfil Instagram

  • Gabriela Arciniegas (Colombia/ Chile):

Perfil de la autora en EcuRed

Su libro Bestias

  • Sophie Canal (Francia/Perú): 

Cuento ganador y entrevista para descargar gratis aquí

Lectura audio del cuento ganador en Radio Trovador (voz y puesta en escena de Nieves Guijarro)/ Martes de terror #48 (minuto 13:40 a 37)

  • Nieves Guijarro (España): 

Su libro Orquídeas para Perséfone

Martes de terror en Radio Trovador

  • Tania Huerta (Perú):

Un relato de la autora en el espacio Teoría Ómicron

Otro relato de la autora en el espacio Torre de papel

Entrevista a Tania Huerta

Su blog Pies fríos en la espalda

Una entrevista a Tania Huerta en Amazing Stories

  • Kristina Ramos (Perú): 

Entrevista y cuento Abrigo Rojo, aquí

Misterio marino

Microficciones

Revista El Narratorio y su cuento «Me encontré conmigo misma un día que no me aguantaba», aquí

Revista Aeternum edición Juegos Macabros. Cuento: » El pozo de los deseos», aquí

  • Kathy Serrano (Venezuela/Perú): 

Húmedos, sucios y violentos, Animal de invierno, Lima 2020.

  • Eliana Soza (Bolivia):

Su canal

Su página Letras en rojo 

  • Tanya Tynjala (Perú/Finlandia): 

Su página de autora.

Antología en inglés en la que participa.


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