Entrevista a Karina Pacheco

Entrevista a Karina Pacheco

“Lo social y lo político son temas que me tocan y que he explorado y sentido cerca desde diferentes niveles”

La escritora y poeta Patricia Colchado entrevista a la novelista peruana Karina Pacheco acerca de su obra y su trabajo creativo.

¿Qué lecturas y experiencias estimularon la escritura de tu primera novela La voluntad del molle?

Experiencias de tipo personal, así como mis lecturas antropológicas y literarias de la violencia política en el Perú y América Latina. En el primer caso, al volver al Perú a fines de 2004, después de nueve años de vida en España, me reencontré con algo que ya conocía pero que ahora observaba con mayor escándalo: la naturalidad con la que, en las diferentes esferas de la vida peruana, se ejerce y asume el racismo, la desigualdad más grosera y el abuso de poder. Respecto a las lecturas antropológicas, había trabajado y tenido mucho interés por los asuntos vinculados al racismo, la violencia política y la construcción de imaginarios, valores sociales e identidades; pero a la hora de abordar aquello que me chocaba en ese retorno, me daba cuenta de que el lenguaje académico me constreñía. Y estaba la literatura. No ha sido parte de mi formación universitaria pero siempre ha sido una presencia esencial en mi vida. Una de mis preferencias ha sido la literatura que a través de temas íntimos enfoca también realidades e historias más amplias. Solo el lenguaje de la literatura era válido para indagar y expresar todo aquello. Así surgió La voluntad del molle.

Las relaciones y secretos familiares son una constante en tu poética. Pienso en «Cabeza y orquídeas» o en «La sangre, el polvo, la nieve». ¿A qué se debe?

No ha sido una elección deliberada, así que no sé si pueda responder bien a tu pregunta. Es, sin embargo, algo que ya en varias ocasiones me han hecho notar. Quizás se debe a que a lo largo de mi vida, tanto como oyente de historias personales o como antropóloga, en el relato grande de las cosas que la gente comparte con naturalidad o sin miedo, me ha llamado la atención e incluso perturbado los silencios y cambios de tema, lo que no se dice pero flota en el aire, o finalmente el descubrimiento de secretos que han sido guardados durante años, a veces durante generaciones. Por lo general, los secretos se guardan para encubrir situaciones que avergüenzan o que son prohibidas por la sociedad, o a veces para proteger a los seres queridos del dolor ocasionado por vergüenzas o humillaciones sufridas, aun de manera injusta; por tanto, esos grandes secretos casi siempre suponen tragedias íntimas de una densidad inquietante, y no pocas veces están enlazadas a opresiones, prejuicios o violencias que abarcan al conjunto mayor de la sociedad. Esto, en literatura, da mucho para explorar y expresar.

La desaparición y la ausencia son otros temas recurrentes en tu narrativa.

La desaparición de una persona, como pudiera ser también la del mundo que conocimos (pienso, por ejemplo, en la España de los exiliados republicanos, la Siria, la Venezuela o el Afganistán que años atrás conocieron los migrantes que huyen de países tan devastados que nunca volverán a ser lo que fueron) deja a los que se van y quedan con muchas preguntas, culpas, la nostalgia de lo que no podrá ser más (esa «memoria del bien perdido», acuñada por el Inca Garcilaso de la Vega para referirse al mundo inca desaparecido, frase que da título a un gran libro de Max Hernández). De otro lado, las ausencias también nos conforman; casi siempre pensamos en qué o quiénes han influido en nuestras vidas o en lo que hacemos; pero si observamos con detenimiento, veremos que lo que falta, lo que por distintos motivos fue arrancado de nuestras vidas, también puede determinar mucho del rumbo que seguimos, de la mirada con la que enfocamos el mundo. Desaparición y ausencia, no sé por qué, son dos constantes que me atraviesan hondamente y por tanto se expresan en mis libros.

Tus novelas tienen como protagonistas a mujeres luchadoras, rebeldes, decididas, como Coralia en El bosque de tu nombre o Aira en Las orillas del aire. Consideras que hay una necesidad, una preocupación -de las escritoras, más que de los escritores peruanos- por crear personajes femeninos fuertes, por dejar atrás el papel sumiso, secundario de la mujer, como se le acostumbraba a presentarla?

Desde el siglo XIX en que aparecen las primeras novelas peruanas y hasta bien avanzado el siglo XX la tendencia general en la narrativa peruana, escrita en gran medida por varones, fue construir personajes femeninos muy marcados por estereotipos, sea la mujer pasiva que cuida o acata la tragedia -sin lo que hoy denominamos «agencia» propia-, la femme fatale que seduce y entrampa a través del sexo, o la villana y la chismosa. La complejidad en los personajes femeninos solo aparece excepcionalmente. Ese es un punto a favor en mucha de la literatura escrita por mujeres desde el pasado hasta hoy, no se cae en el estereotipo fácil de los personajes masculinos y se presenta personajes femeninos más complejos y diversos. Yo trato también de explorar en esos otros caracteres, y no como una idealización, sino porque a lo largo de mi vida he conocido personajes así. La literatura es ficción, pero debe expresar una realidad o sus metáforas, no sus estereotipos; salvo que nuestra intención manifiesta sea escribir sátiras o comedias.

Ya que hemos mencionado «Las orillas del aire», tu última novela, ¿cómo la ubicas dentro de tu producción literaria?

Es la novela cuyas semillas estuvieron por más tiempo plantadas y acaso es la que sintetiza más varios asuntos que me invitan a una exploración contante: memorias sangrantes íntimas y colectivas, desaparición y ausencia, la naturaleza y la historia como escenarios o personajes significativos. La imagen de ese río de silencio que sobrevino tras el shock de Fujimori en 1990 y nos pulverizó como sociedad decente, la vi directamente y me perseguía. La ausencia de la mujer que desaparece en un lago y todas las consecuencias que deja en la vida de sus hijos (una que se acomoda al privilegio que le toca, el otro que construye su vida en oposición al autoritarismo paterno); y la exploración de una arqueóloga en la selva que va construyendo su identidad y su historia familiar a través de los reflejos que halla en fragmentos de restos precolombinos, en las memorias que le son relatadas por gentes que pertenecieron a mundos en extinción, o por el contacto mismo de su cuerpo con esos escenarios tan intensos y radicalmente distintos a los de su vida urbana: la selva, el río, las montañas.

Tu novela El bosque de tu nombre está ambientada durante los años del conflicto armado interno en Guatemala. ¿Qué fuentes históricas y sociológicas te ayudaron en la elaboración de este libro y qué te motivo a escribirlo?

La primera motivación, imagino, vino mucho antes de que empezara a escribir literatura. Ocurrió cuando descubrí que el horror y la impunidad de la violencia política en Guatemala superaba con creces, tanto en términos de muertos como en la sevicia cometida, a todo lo sufrido en otros países de América Latina, y que además fue ahí donde se experimentaron muchos de los métodos represivos que luego se extenderían por el continente. Me quedé pasmada y empecé a prestar mayor atención a las noticias que llegaran de Guatemala. Más adelante, cuando trabajaba en España, en medio de la organización de unos seminarios sobre comisiones de la verdad y la protección de defensores de derechos humanos en América Latina, saltaba a la vista que Guatemala, ya concluido el conflicto armado, seguía terriblemente azotada por la impunidad y otros tipos de violencia. Todo ello me dejaba cargada de preguntas. Una de ellas es ¿cómo sobrevive alguien que ha sufrido la pérdida en condiciones de horror de un ser querido? Si yo, que no lo viví de cerca, me sentía estremecida y aterrada por esa historia, ¿cómo la vivían quienes la han sobrevivido de cerca? El año 2009 estaba de vuelta en Madrid y se me ocurrió que debía escribir un cuento largo que explorase el asunto; mientras avanzaba las primeras páginas me di cuenta que necesitaba documentarme más y que aquello sería un novela. Renuncié a dos trabajos y me dediqué de lleno a investigar en documentos históricos y literarios relevantes en la Biblioteca Nacional de Madrid, también escribí un primer borrador. Más adelante renuncié a otro trabajo para poder profundizar más en la documentación para la novela y el año 2012 pasé una temporada larga acudiendo a la Green Library de la Universidad de Stanford. Paradójicamente, cuanto más ahondaba en el tema, más temía pasar un tiempo en Guatemala, viajando como mujer sola, con pocos contactos allí. Pero una vez que lo hice, me di cuenta de algo difícil de expresar con palabras: los lugares que han albergado y todavía albergan tanto dolor e injusticias históricas, también dan lugar (de manera para mí inexplicable) a una cantidad impresionante de gente buena, valerosa, que sigue apostando por la vida, por la justicia y la reparación de las heridas. De todas maneras, la novela está escrita desde la voz de un narrador que vive en Londres, hijo de un exiliado guatemalteco de las primeras generaciones (años 60); de esa manera podía abordar un relato que se aproximara a mi experiencia de narradora que escribe desde una distancia temporal y geográfica.

En tus novelas abordas la problemática política y social de nuestro país. ¿Piensas que la literatura debe servir como medio de denuncia?

Yo creo que la literatura es libertad y no debe ser redirigida a ningún fin. Debe nutrirse de autoexigencia en honor a las palabras mismas, pero también de pasión por lo que una hace. Yo escribo sobre temas que me apasionan, inquietan, mueven y conmueven. Lo social y lo político son temas que me tocan y que he explorado y sentido cerca desde diferentes niveles.

Tus cuentos «Alma alga», «El violinista de las montañas, «Piel de oso» se inscriben dentro del realismo mágico. Desde tu mirada de antropóloga,  ¿por qué son importantes los mitos?

Yo los inscribirá más dentro del campo de la «mitoliteratura» (por inventarme un término, si es que no existe ya); ese que le da vueltas de tuerca a mitos ya conocidos, o inventa mitos inexistentes con el lenguaje de los antiguos. Más que como antropóloga, podría decir que desde niña he sentido una fascinación por la mitología del mundo; por la diversidad asombrosa con la que los seres humanos han dado respuestas y explicaciones al origen de las cosas. Y el mito tiene ese fuerza: procedente de sociedades muy distintas y/o de tiempos inmemoriales, parece guardar la esencia de quienes exploraron en esas preguntas por primera vez y se mantiene en el tiempo como una suerte de oráculo que no te da una respuesta concreta: sí o no, esto o aquello; por el contrario, sugiere, y la sugerencia es un campo abierto para el vuelo literario; es también una invitación a indagar en el mismo lenguaje. Yo encuentro en los mitos mucho de poesía.

¿Percibes una tendencia predominante en la narrativa peruana actual?

Como tendencia actual, me parece distinguir una narrativa más urbana e inscrita en el presente. Todo esto con voces y estilos diversos, uno de los predominantes hoy es el de la «autoficción».

¿Cómo surgió la idea de crear tu propio sello editorial?

Por amor al arte y por una apuesta por la descentralización. Me dedico cada vez más a la literatura, pero como lectora no dejo de amar la historia y la antropología. Crear una editorial con estas tres líneas permitía y permite enlazarlas en algo tan quijotesco en el Perú como es la edición y publicación de libros con calidad estética y de contenidos. Hacerlo desde mi ciudad, el Cusco, que ha tenido una rica tradición de publicaciones que hoy se ha reducido mucho, significa igualmente aportar, no solo con palabras, a la tan necesaria descentralización del imaginario (también cultural) peruano. No es sencillo porque no podemos sustentarnos de la labor editorial. Por ello mismo publicamos pocos libros al año, pero nos preocupa que cada uno de ellos ofrezca contenidos de gran calidad, en el diseño de sus portadas siempre han participado amigos del mundo del arte, y en el proceso de edición hemos entablado relaciones muy ricas con las y los autores. Esa es, sin duda, la mayor ganancia, algo que no se mide con dinero.

¿Cuál es la línea editorial de Ceques? ¿Y cómo ves el mercado editorial en el Perú?

Literatura, historia y antropología andino-amazónica.

La irrupción de las editoriales independientes ha enriquecido profunda y extensamente la oferta editorial en el Perú; pero los obstáculos son muchos, por un lado, los índices de lectura son muy bajos en nuestro país y la mayoría de lectores piensa que el costo de un libro es papel y tinta (muchos autores noveles confunden incluso editorial con imprenta) y desconoce todo el trabajo de los autores, de los editores y diseñadores, de las pruebas, de los altos porcentajes que debemos pagar a distribuidores o librerías. Además, a mayor tiraje, más bajo el costo final de un libro. Pero los altos tirajes solo se los pueden permitir las grandes editoriales; en el caso de las pequeñas, por lo general son tirajes de 500 ejemplares que demoran en ser vendidos, ello hace que el costo de impresión por libro sea bastante más alto y que el público se decante por otros libros más comerciales y de bajo coste.

Finalmente, Karina, ¿en qué proyectos literarios y/o editoriales vienes trabajando?

Para septiembre u octubre de este año está prevista la publicación de mi nuevo libro de cuentos, con la característica de los anteriores (diversidad de temas y voces, algunos  con ese toque de «mitoliteratura»). De otro lado, desde el año pasado he estado investigando, sobre todo en hemerotecas y mediante entrevistas, sobre el Perú y el Cusco de inicios de los años ochenta, para una nueva novela cuyas primeras páginas ya he empezado a escribir.

En Ceques, la editorial, me he tomado este año sabático para poder abordar trabajos remunerados, un viaje soñado y tener más tiempo para avanzar con la nueva novela. De todas maneras, en agosto publicaremos una nueva edición ampliada y revisada de un libro agotado hace mucho y bastante pertinente para esta época donde lo femenino en la literatura se abre como un abanico: El abanico y la cigarrera. La primera generación de mujeres ilustradas en el Perú, de Francesca Denegri, que traerá un prólogo de Ana Peluffo y un epílogo de la autora. También estamos participando en la organización del I Congreso Internacional «Clorinda Matto de Turner», que se realizará en el Cusco en noviembre de 2018.

Cusco, 9 de junio de 2018.


Karina Pacheco Medrano es escritora y editora peruana. Es doctora en antropología de América y autora de numerosos ensayos en ciencias sociales. Autora de numerosas novelas y libros de cuentos, es una de las narradoras peruanas más destacadas de la actualidad. Dirige la editorial Ceques, vive y escribe en el Cusco.

Acerca de Patricia Colchado

11 Compartir

Textos que pueden interesarte

Añade un comentario