Ombligos ecuatoriales
“ Y la carga que arrastro
se llama Hombre”
( El caballo)
María Auxiliadora Balladares fue una de las invitadas al décimo primer festival de poesía en Chepén Chepén edición 2020, profesora en la Universidad San Francisco de Quito, conocida por su poesía potente, metáforas descarnadas y a la vez sutiles, nos sorprendió aún más con una eficacia para nombrar el estadio salvaje en el palpitar humano: el cuerpo que nos representa conectado a sus pasiones biológicas y sus displicencias desde la primera salida de la madriguera en búsqueda de su centro creador.
Compartió tres de sus libros: el primero, URUX, una correspondencia, publicado por Pirata Cartonera 2018, es un carteo entre cómplices escrito a cuatro manos con el argentino Sebastián Urli. El poemario Guayaquil, fue ganador del Premio Pichincha 2017. Animal es una certera colección de poemas ilustrada por los artistas Eduardo Adams, David Kattán y Luiggi Raffo, publicada gracias a los incentivos del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador.
Aunque desearía poder explayarme sobre la obra de Ballarades, una poeta multidimensional y la vez equilibrada en cada una de sus propuestas y soluciones poéticas, reconociendo su erudición coral en cada uno de los libros expuestos, voy a limitarme a compartir unas reflexiones sobre “Animal” (2017) , compendio expreso de una sabiduría y estética de la condición primigenia del ser.
“Animal” está dividido en tres partes: I Animal, II seguir al Animal y Devenir.
En las tres, hay 25 poemas dedicados a nombrar un animal y a construir una metáfora de su representación, vinculada a algún aspecto humano. Ello desde una filosofía cuasi científico-sociológica, además de “Hospital”, “ El cazador” o “Tres” entre otros poemas, que si bien no llevan el nombre de un animal, como “La isla” o “Materialidad” nos refieren a una observación compleja de sujetos vivientes hiper relacionados en su estadio morfológico (conectados aún al hábitat que les ha brindado permiso para evolucionar .
En ese estado, Balladares atrapa cada uno de sus animales y los fotoanaliza hacia lo más profundo de la etapa en que se encuentran. A esta ya difícil operación suma el momento angular en que ella hace una maniobra de encuentro, hologramática, donde acompaña al lector a redescubrir los semblantes casi desapercibidos del ser bioevolutivo que antecede a nuestro lenguaje abstracto metafórico y racional, el que ha ido destruyendo la carga filogenética que deviene de la Historia Natural (relacionada a la visión del poeta peruano José Watanabe, a quien Balladares rinde homenaje y estudio por su despliegue semántico y estético, que moviliza los hilos evolutivos entre lenguaje primario y abstracción filosófica donde se condensan fe y dialéctica).
En “Animal”, están nombrados seres de tierra, mar y cielo que pertenecen a especies comunes con otras naciones circundantes a Ecuador pero que son vistas desde el ojo concéntrico de la voz poética. Esta voz erotiza la característica central de cada criatura, ojo, cola, pico, dientecillo, olfato, o fruta convirtiéndolos en ventanas revitalizantes y revalorizadoras de la biología femenina respecto de lo que el cuerpo alberga y la poeta escoge mirar más adentro de esta personal seducción tan necesaria desde una zoofilia vital: cada animal está puesto allí para reactivar una humildad esencial en el Homo tanático que se ha entregado al infierno de una razón política equivocada. Balladares devuelve el paraíso de la mirada generosa y luminosa que solo el equilibrio del homeostasis puede lograr en los seres vivientes.
Regresa al reino que aún no conoce el mal y que ha mantenido su especie aún involucionada en un “Kosmos” que recrea su perfección en un hábitat no condicionado por el mal sino por su valor trascendental, a pesar “del desconsuelo e incoherencia”, coincidiendo con la explicación de Paolo Astorgo cuando hace un preámbulo al poemario Concierto animal de Blanca Varela. Balladares, quien también tiene simpatías profundas por la poesía de Varela y ha dedicado parte de su mundo académico a estudiarla, resemantiza junto a ella la sensibilidad de la existencia básica de la palabra que nos une al primer latido en el cuerpo que pulsa o mejor explicado, según el epígrafe derridiano que ella escoge para este libro: es el reconocimiento de la especie en la existencia primera y genuina de la reconversión o inversión del espíritu; es un preámbulo al homo sapiens, la filogenia y la zoo furia llevadas a un nuevo lenguaje que reclama a lo masculino su parte vital en la historia:
Como alas calientes
como alas calientes
y pensarán
alegres
que su padre
les dio de comer
el don de volar.
( poema “el caldo”, pág 137 , Parte III devenir, Animal. María Auxiliadora Balladares).
Balladares, María Auxiliadora. Animal. Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, 2017.
María Auxiliadora Balladares (Guayaquil, 1980) es escritora y profesora de literatura en la Universidad San Francisco de Quito. Tiene un docorado en Literatura Hispanoamericana pour la Universidad de Pittsburg. Estudió la obra de poetas latinoamericanos del XX y el XXI. Ha publicado el libro de cuentos Las vergüenzas (Antropófago, 2013) y el ensayo Todos creados en un abrir y cerrar de ojos (Centro de Publicaciones de la PUCE, 2015) acerca la obra de Blanca Varela. Animal es su primer poemario publicado.