La república de las chispas, de Paul Baudry

La república de las chispas, de Paul Baudry

La república de las chispas, de Paul Baudry

Estamos habituados a la exigencia de inmediatez y por lo tanto a encontrarnos con libros cuya construcción está destinada a conducirnos del modo más sencillo y directo al fin de una historia, a veces con talento y muchas otras no. La época parece necesitar de page turners, y sin embargo hay temas que solo pueden ser abordados apostando por estructuras más exigentes. La república de las chispas, de Paul Baudryes uno de esos libros, uno que demanda una lectura pausada, que exige una decantación, oxigenarse, para darnos todo de sí y abrirnos todas sus posibilidades.

La república de las chispas cuenta la historia de tres personajes: el artista chino Zao Zu-Zhe («el artista más explosivo de China»), especialista del uso de la pólvora en su creación artística; la periodista arequipeña Roxana Chamorro, («la gran señora del periodismo peruano») y un narrador en apariencia autoficcional, Ernesto Basoalto, doctorante franco peruano que prepara una tesis sobre Julio Ramón Ribeyro y vive en París.

Basoalto recibe el encargo de narrar el encuentro entre la periodista y el artista en medio de la celebración del Bicentenario de la Independencia del Perú para el que Zao es convocado con el objetivo de crear un espectáculo pirotécnico excepcional en la costa de Lima. En esta novela seguiremos las vidas de ambos personajes, desde la infancia hasta el momento en que se conocen. Ambos tienen algo en común, los dos han sobrevivido a terribles incendios. Esta singularidad la comparten con Ernesto Basoalto, cuya historia también forma parte de la novela y que comienza también con un incendio en el que casi pierde la vida.

A partir de estos tres destinos individuales marcados por el fuego, La república de las chispas contará, a su manera, la Historia peruana de los últimos setenta años. Y lo hará de una manera original, como una carrera hacia una meta desconocida, en la que tizones de fuego se van sucediendo como relevos imaginarios, y reconstruyen, trecho a trecho, generación tras generación los sucesos más relevantes en el Perú de esos años.

Da inicio a esta novela, un capítulo sobre la niñez de Zao, y el siguiente cuenta la de Roxana Chamorro. Después interviene el inicio del tercer hilo narrativo, la historia de Ernesto Basoalto. Los capítulos se suceden así, intercalando épocas, lugares y protagonistas, hasta que vayan confluyendo en una sola y misma historia al final de la novela.

En el transfondo, se despliega también una cronología peruana del fuego, que comienza con el caso La Brea y Pariñas en 1968 (la toma de las instalaciones de Talara de la International Petroleum Company por el gobierno revolucionario de Velasco Alvarado) y siguen la quema de ánforas en Chuschi, seguidos de otros muchos incendios que el lector peruano reconocerá de inmediato.

La república de las chispas es un libro que se va revelando lentamente, ejerciendo su poder seductor, el poder seductor del pensamiento complejo. Esa noción acuñada por Edgar Morin se refiere a la capacidad de interconectar distintas dimensiones de lo real. En esta novela encontramos al pensamiento complejo en acción, pues leerla nos exige a la vez abarcar toda la historia reciente del Perú de manera global, y a la vez detenernos en la especificidad de numerosos hechos, estableciendo una reciprocidad entre ese todo y sus partes. Se nos pide ejercitar una mirada reflexiva, ni reductiva, ni totalizante. 

Experiencia estética

Estamos frente a una novela profundamente peruana. Peruana porque es mixta, heterogénea, incluso abigarrada, rica, inesperada, como lo es ese país. Y lo es tanto en la forma como en el fondo. 

Desde su nota inicial, el autor nos habla de la búsqueda de «una forma que satisfaga su fantasía»; y luego se percibe rápidamente una preocupación temática por la estética. El autor elige, por ejemplo, comenzar su libro con un capítulo dedicado a un niño artista y la narración describe sus primeras impresiones acerca de elementos que le acompañarán toda su vida: la pólvora, el color, la textura de las cosas. Prosigue con una clase de Historia de Pintura China. Tanto desde el punto de vista temático, como en el aspecto formal, es decir en teoría y práctica, la estética se despliega en esta novela. Así, su lenguaje es sensorial, siempre impregnado de la estética urbana peruana, con referencias distintas a artistas y escuelas artísticas.

Los cambios de puntos de vista aportan variedad y dinamismo al conjunto, y nos encontramos así con una narración en tercera persona, un narrador en primera persona, citas, una bitácora o artículos periodísticos. Este dinamismo también aparece en el ritmo, la narración es trepidante y permite una experiencia de lectura casi de inmersión.

El lenguaje de esta novela da cuenta de la riqueza lingüística y cultural peruana urbana. Es heterogéneo, poblado de imágenes y donde reconocemos el habla característico peruano que se extiende a la lengua francesa, pues algunos personajes utilizan expresiones francesas coloquiales mezcladas con el castellano. Los personajes, además, se desplazan no solo en el Perú, sino también en el extranjero, pero el Perú es el lugar que lo unifica todo. Es ese espacio de la heterotopía: el lugar que alberga las posibilidades de lo imaginario, todas las utopías posibles. 

Para acercarse al fondo de este libro, el autor elige una estrategia de círculos concéntricos. Tenemos un hilo narrativo: el de la alteridad más radical, con un artista chino que hace arte de la piromanía. Otro hilo conducido por un personaje femenino que nos resulta más cercano: la periodista que sigue de cerca el acontecer del Perú desde sus últimas décadas. Uno final, del narrador en primera persona, con un componente autoficcional o dando la impresión de ello y por lo tanto abriendo la puerta a una lectura más cercana, casi de voyeur.

Es un ejercicio difícil el que se ha planteado Paul Baudry al conjugar estas distintas venas narrativas, pues su novela debe entretejerlas en una historia coherente y necesariamente compleja, en la que exista suspenso, cosa que por supuesto consigue.

Los capítulos organizados de manera alternada, yendo de los espacios más alejados de ese círculo (Shanghai, Bath, Nueva York o Pekin) hacia otros más cercanos (Talara, Chaclacayo, Arequipa o Lima) llegan finalmente al centro: el espacio del escritor que escribe ese libro y que además cuenta cómo lo escribe, y que con una fuerte carga simbólica denomina «pascanas», palabra quechua que significa descanso y por extensión refugio, y que aparecen aquí como capítulos fundamentales para poder entender la historia que nos cuenta esta novela y también para poder descodificarla.

La lectura exige la participación activa del lector, pues la narración es rica en detalles e informaciones que van sirviendo de indicios para desarrollar el suspenso de la trama. Las referencias a diversos eventos históricos invitan a descodificar los juegos narrativos que el autor nos propone: reconocer a los personajes reales de los hechos que se van contando, situar en la memoria los eventos más impactantes de la historia peruana en los que el fuego ha sido un elemento característico, aceptar la invitación al territorio más íntimo que propone la narración autoficcional.

« Un testimonio aislado es como una chispa que se apaga por extenuación » dice uno de sus personajes, y esto puede explicar también la arquitectura por capas superpuestas, complementarias, interdependientes que sostiene esta novela.

Historia y metáfora

Del congreso de literatura peruana en Madrid en el año 2005, quedó la metáfora de Carlos Herrera acerca del Perú de aquel momento: un cubo de Rubik, un conjunto de facetas distintas y unidas por una historia común. ¿Qué ha pasado hoy con ese cubo de Rubik? El centro de ese artefacto parece haberse roto y estamos frente al conjunto de esas piezas desparramadas, diversas y sin posibilidad de ser recompuestas en un todo.

La principal metáfora elegida por Paul Baudry en esta novela es la del fuego: uno que promete ser abrasador. Un fuego vital (y telúrico) que nos permite a todos los peruanos seguir amando ese semblante de nación que se desagrega enfrente nuestro. Pero que, más allá del fuero interno, se convierte en tentativa fallida de cualquier cosa.

El fuego tiene aquí la función social y purificadora de la que hablaba Camus, refiriéndose al teatro. Funciona además como hilo conductor. Las historias paralelas que unirá a Zao Zu-Zhe y Roxana Chamorro se dibujan como líneas de pólvora que se irán incendiando, y consumiendo, página tras página hasta el bouquet final de su encuentro.

Las posibilidades metafóricas del espejo, elemento presente desde la primera frase de la novela, se revelan en las numerosas coincidencias que iremos encontrando en el texto. El niño Zao frente a la puerta cerrada de La Nube, como el niño Ernesto (y que lleva además el mismo nombre del niño arguediano de Los ríos profundos) en la casa de su tío, frente a esa habitación cerrada que provocará un terrible incendio. 

De la misma manera, el empantanamiento del verdadero progreso en el Perú nos aparece en la reiteración de la desgracia con el mismo fuego que incendia, a lo largo de 20 años, los locales de Distopía (reconoceremos la discoteca Utopía y el juego verbal que subraya la esperanza fallida) en en el CC Jockey Plaza en el 2002, el incendio donde jóvenes murieron encerrados en un contenedor en una galería comercial en el 2017 y el incendio en el cine del CC Larcomar, el incendio del 2021 en la zona comercial Mesa Redonda. Ricos y pobres pereciendo en llamas por la corrupción, la informalidad, el nulo respeto a las leyes.

Todos esos espacios tienen su carga metafórica, son lugares de promesas incumplidas. Pero el que mejor representa esa idea es el otrora centro neurálgico de San Isidro: el centro Camino Real, que aparece como un escenario fantasma, con aspecto apocalíptico, en una escena clave para revelar secretos familiares pero también secretos políticos sobre un hecho importante de la reciente historia del Perú.

Así, el Perú aparece en el este libro como un país que se construye sobre bases hechas de humo.

«Cuándo se derrumbará nuestro Perú? Los incendios, nuestros incendios, son ese momento en el que podemos leer nuestra precariedad colectiva resumida en un chispazo», escribe Roxana Chamorro en una de sus ponencias.

Pero esta novela también es una historia del hogar, o la hoguera familiar, de la relación entre padres e hijos. La filiación aparece como nexo problemático, con padres que reniegan de sus hijos; hijos que son atribuidos a otros padres y madres; o padres y madres que se inmiscuyen en las vidas de los hijos.

« Llegada cierta edad, la gente empezaba a tener hijos para que ellos escribieran en el libro de la vida de sus padres y así evitarles que se enfrentaran a la página en blanco de todos los posibles », dice un personaje.

El humor

A veces, la mejor manera de contar ciertas cosas es a partir del humor, el único camino para hacerlas digestas, aceptables.

Este Perú que vemos achicharrarse capítulo a capítulo, sigue siendo un magma que puede llamarse país gracias a nuestra capacidad de reír.

Esta novela está impregnada de humor, y no es humor explosivo, sino uno que le imprime un tono jocoso a las frases y que por su diversidad de registros nos recuerda por mímesis el habla, la atmósfera, la mentalidad, incluso la estructura social peruana. Hablan distinto la familia franco peruana de Ernesto, la familia arequipeña de Roxana Chamorro, o su entorno periodístico en Lima. Hablan también así los personajes chinos que recrea Ernesto para Roxana.

En La República de las chispas, los acontecimientos se organizan por la ironía del azar, o el humor malo del destino, como un rompecabezas. Es un rompecabezas casi siempre equívoco, en particular para las historias de amor. Así, Chana se enamora locamente de alguien que resulta ser un degenerado. Más adelante vuelve a ocurrirle con otro ser infame.

Hay en todo momento un discurrir de la historia que el lenguaje detiene, como sucede en la comunicación coloquial peruana. Es una historia que avanza al ritmo del humor de los interlocutores, de las digresiones, juegos verbales, ingenio popular. Y los acontecimientos parecen organizarse casi por la ironía del azar, como un rompecabezas, una trenza con tres hilos narrativos, o, yendo más lejos – por qué no – un quipu con esos hilos cuyos nudos son las « pascanas ».

Esa ironía encuentra su materialización en el lenguaje, en las descripciones y diálogos, en los personajes confrontados a situaciones inesperadas que reaccionan del modo menos racional, como lo hace quien tiene ya poco que perder. Así, Ernesto Basoalto, habiendo sobrevivido al incendio y a su accidente dice: «Todo estaba desapareciendo y creo que entendí, por primera vez, la fatalidad del gerundio: frente a mí, sin que pudiera hacer absolutamente nada, mi pasado estaba carbonizándose. Este espectáculo, trágico para cualquiera, aumentó mi felicidad. Perderlo todo de manera tan súbita era haberme ganado el derecho a empezar de cero. Sin nada, uno era más libre: sin ropa que ponerse ya no habría que lavar, sin vajilla ya no habría que fregar, y sin tesis ya no habría qué sustentar. Todo se lo estaba llevando el fuego como un Bolsonaro que arrasaba el bosque de mi vida hasta no dejar ni un solo rastro humano.»

Así, la preocupación estética, la metáfora del fuego y el humor se superponen y le proporcionan espesor a estas historias del Bicentenario de la Independencia del Perú.

Encuentro en la propuesta de este libro esa actitud que una frase de Martin Rueff define perfectamente: «Frente a la belleza del mundo y todo lo que no deja de amenazarlo, tenemos la crítica. La crítica por todo el amor del mundo». En estas chispas que no llegan a encender flamas creadoras duraderas y en la mirada que esta novela echa a esas otras flamas destructoras, esta novela cuenta un Perú de todos los posibles, y nos lleva, a través de las tres historias del fuego accidental, al fuego hecho arte.

Baudry, Paul. La república de las chispas. Planeta, 2022.


Paul Baudry es escritor peruano. Ha publicado el libro de cuentos El arte antiguo de la cetrería, finalista del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez en el 2018 y Cuadernos de Obrajillo. La república de las chispas es su primera novela. Vive en París.

Acerca de Nataly Villena Vega

0 Compartir

Textos que pueden interesarte

Añade un comentario