CROAC y el nuevo fin del mundo, de Ricardo Sumalavia
«Vamos a ponernos raros y locos y psicodélicos»
(Sobre CROAC y el nuevo fin del mundo, de Ricardo Sumalavia)
Escribir algo solemne sobre CROAC y el nuevo fin del mundo de Ricardo Sumalavia sería traicionar el juego y la belleza del absurdo. De manera que vamos a ponernos raros y locos y psicodélicos.
Diré lo siguiente en una serie de sentencias croacquianas o un largo poema croacquiano que es en realidad mi forma de decirles que siempre, siempre, escuchen a su rana.
Pero no le crean tanto.
Todo, o casi todo, lo que diré a continuación es cierto y ocurrió según dictan las leyes de veracidad y la lógica que rigen el universo croacquiano en cuestión. Digamos que esto me lo dijo una rana. Allá ustedes si creen que lo que les digo es, en efecto, la traducción correcta:
CROAC, es decir, CROAC lo que en realidad significa: las historias del nuevo libro de Ricardo Sumalavia (y me perdonarán la facilidad del símil) brincan como brinca el protagonista batracio en el amplio estanque de la ficción. Más precisamente: llega un punto en que nos preguntamos si acaso esta es una reescritura croacquiana de Borges. Más precisamente: se siente como pegarse la borrachera de tu vida, despertando sin ropa, un poco golpeado, sin billetera, un martes, en un estacionamiento vacío, con alguien que va contándote sus sueños en desorden y sin ningún tipo de consideración mientras te alcanza una pistola para que te vueles los sesos.
CROAC es decir, un libro que lees con cara confundida y una risa extraña que también es ácida y que no entiendes bien por qué ni dónde ni qué.
CROAC, lo que significa que hay una abuela fantasma y una máquina del tiempo en el retrete. Sí, una máquina del tiempo en el retrete. De combustible utiliza caca. Y funciona de maravilla.
CROAC, lo que quiere decir que Ricardo narra desde la estructura episódica, recortada, como las fábulas esópicas o los exempla medievales o los sueños dentro de otros sueños dentro de otros sueños, ¿estás ahí, Borges?
CROAC, lo que quiere decir que Ricardo retoma las obsesiones borgeanas, como dice la rana: «Los secretos son infinitos, como los sueños, como los cuentos, como los viajes». CROAC porque Ricardo también revisita la tradición y los mitos, CROAC, ¡splash!, ruido del agua, es decir, Bashō, es decir, Aristófanes, es decir, La Biblia.
Un libro, CROAC, como una conversación que intentas seguir en otro idioma. Y otro idioma. Y otro idioma. Y otro. Idioma.
CROAC, lo que en realidad significa que ella me acurenteava mis cincopias sin nueverse ante tal ochemo. Si yo la hubiese seisado, otro doscemo sietería.
CROAC, es decir, sí, es raro, es juguetón, pero también hay dimensión política, hay violencia, crueldad, algunos asesinatos, un intento de suicidio, alguna infidelidad, hasta una guerra civil. Y el amor. El amor también tiene un lugar en CROAC. El capítulo quince es de una deliciosa ternura, capaz de convertirte el corazón en un magnífico mango melancólico estrellado contra la pista.
CROAC, lo que quiere decir que se interviene en la realidad, es decir que hay un vuelco significativo, medular, en la estructura de lo real. Trastornar para revelar. Desestabilizar para entrever la posibilidad de una cosa otra, de una realidad otra y ¡SPLASH!, ¡ruido del agua!, ¡BASHŌ!
CROAC, es decir, lo único que hace el protagonista es escuchar a una rana.
CROAC, es decir, lo único que hace el protagonista es escuchar a una rana con muchas vidas.
CROAC, esta es una lista incompleta de las vidas pasadas de la rana: rana-normal, rana-dios, rana-ciega, rana-cashinahua, rana-soldado, rana-budista de fines del siglo V en la Península coreana, consejera de la rana-rey y luego también la rana-rey.
CROAC porque ya se ha dicho mucho que la literatura impugna la realidad, que la resignifica. CROAC porque es verdad. CROAC porque toda literatura es literatura del descontento. CROAC porque en el fondo de toda literatura hay un corazón iconoclasta.
CROAC porque de todos modos no se puede confiar demasiado.
CROAC, es decir, cuánto de verdad hay en lo que nos rodea, CROAC, quiero decir, piénsenlo: de haber verdad, ¿cuál de todas es? CROAC, quiero decir, piénselo: esta es la rana de la postverdad y la postnarración y el postchiste.
CROAC, y esto en serio lo dijo la rana: «No hay verdades, porque la verdad requiere un centro. Y ese centro, repite conmigo, es ilusión. Las palabras también son ilusión.»
CROAC, lo que significa que el lenguaje, como la verdad, es múltiple y variable e infinitamente divisible, y ocurre en distintas direcciones, al mismo tiempo, en todos lados. CROAC, y esto también lo dijo la rana: «La verdad-profunda-y-potente, escúchame bien Cabezón, es una mentira-superficial-y-endeble».
CROAC porque no deberías confiar tan cándidamente en la traducción de los eventos del mundo.
CROAC porque en realidad crees en la traducción de los eventos del mundo y eres cándido y no lo puedes evitar.
CROAC porque ¿dónde rayos está la rosa del poema de Juarroz?
CROAC porque risa o muerte.
CROAC porque ACORC.
CROAC porque después de todo ¿todavía queda algo útil en lo solemne?
CROAC, lo que significa que una rana cínica tiene más que decir sobre el mundo que una rana no-cínica.
CROAC porque una rana sueña que es la misma rana, exactamente igual y distinta, como el Quijote escrito por Pierre Menard.
CROAC, lo que significa que el tiempo es desordenado y caprichoso y spoiler alert: en este libro ningún muerto está muerto realmente.
CROAC porque no le crees a tu rana. CROAC porque tal vez le crees un poco a tu rana mientras se fuman un troncho de marihuana.
CROAC porque ¿acaso nos hace falta la rosa de Juarroz?
CROAC porque lo de la marihuana sí pasó.
CROAC porque Ricardo: gracias por este libro. Aquí te saludan los malos traductores, los viajeros en inodoros, los lectores raritos de la literatura weird, es decir, tal vez un poco en ácidos, es decir, riéndonos confundidos, es decir ¡CROAC!
Pero poniéndome seria: CROAC significa desordenar las cosas, reivindicar el juego; no el juego por el juego, sino el juego que revela, el juego que en realidad es un asunto serio en cuanto es principalmente despojo. El juego trastorna, desestabiliza, burla: es peligroso. Y es propuesta.
CROAC porque como dijo Adolfo Bioy Casares, no el Adolfo Bioy Casares humano, sino el Adolfo Bioy Casares-rana, escribir es agregar un cuarto a la casa de la vida. CROAC, lo que quiere decir que ya podemos imaginarnos qué tipo de cuarto tiene Ricardo Sumalavia.
CROAC porque la comedia así es política; CROAC porque la risa así es política. CROAC porque el bufón divierte, pero también incomoda. CROAC, ¿eres tú quien se ríe perturbado?
CROAC porque para matar a una sociedad, basta con acabar con sus ganas de reír. CROAC porque la risa es de y para la gente. La risa es algo que nos pertenece y también nos libera. CROAC, como diría Henri Bergson, la risa necesita eco, quiere prolongarse y repercutirse, retumbar, estallar, estallar, estallar, ¡splash!, ¡ruido del agua!, ¡Bashō!
CROAC porque la risa también es algo perverso. Piensa en ver reír a un grupo de nazis.
CROAC porque aquí Ricardo Sumalavia echa abajo tu monumental literatura «seria», la que ya nos estaba cansando un poco de todos modos. CROAC porque Ricardo es en cambio colorido y ácido y nos encanta.
CROAC, poniéndome seria, CROAC es la convicción de que nada es seguro en el mundo, ni tu ideología ni tu fe ni tu creencia ni tú mismo. CROAC, quiero decir que la memoria es, en esencia, un ejercicio CROAC de traducción en el cual no podemos CROAC –y no debemos, en ninguna circunstancia– confiar demasiado.
CROAC porque somos los peores traductores del mundo y los peores traductores de las ranas. Y somos, sobre todo somos, las ranas.
Sumalavia, Ricardo. CROAC y el nuevo fin del mundo. Seix Barral, 2022.
Ricardo Sumalavia es doctor en Letras por la Universidad de Burdeos. Ha publicado los libros de cuentos Habitaciones (1993), los libros de microrrelatos Enciclopedia mínima (2004) y Enciclopedia plástica (2016), y las novelas Que la tierra te sea leve (2008), Mientras huya el cuerpo (2012), Historia de un brazo (2019), Retratos familiares (2021).
Acerca de María Belén Milla Altabás (croacquiana de nacimiento)