En el bosque, de Katie Kitamura
En su novela, En el bosque, Katie Kitamura -escritora y periodista norteamericana de origen japonés-, trata el tema del poder y de la opresión en un mundo colonial a punto de periclitar.
Aunque contemporáneos, los hechos no tienen fecha. Tampoco se precisa el espacio. En realidad, no importa: bajo cualquier cielo y en cualquier época, todos los procesos feudales y colonizadores y sus etapas de opresión, rebeliones y violencias se parecen.
La novela retrata el enfrentamiento entre 2 mundos antagónicos que corren en paralelo: el mundo de afuera en pleno estallido de una insurrección social, y el mundo cerrado de una hacienda en la que cada personaje es víctima, tanto de los acontecimientos exteriores como de la acción destructora de quienes lo rodean.
Afuera, la rebelión avanza para destruir el antiguo orden colonial y la mayoría de los colonos blancos han huido hacia las ciudades. Solo unos pocos, convencidos de la inmutabilidad del orden que rige su mundo, prefieren ignorar los primeros indicios del peligro, y las arengas radiofónicas llamando a la rebelión “les suenan a tonterías guturales”.
Entre aquellos recalcitrantes, el “viejo”: un colono viudo, duro, posesivo, terco, autoritario, inflexible. La hacienda es su orgullo. Le pertenece desde el día en que plantó la primera estaca e hizo fructificar sus tierras con manos nativas que también le pertenecen. Como le pertenece una criada y el hijo que le hizo el viejo, pero al que nunca reconoció.
La hacienda, es el viejo. Está hecha a su semejanza, a diferencia de su único hijo, un treintañero sumiso al que desprecia. Y, junto a ambos hombres, recién llegada, la prometida del hijo de la que el padre se apropió antes de que los jóvenes se comprometieran.
En este espacio jerarquizado, donde los antagonismos y conflictos son negados, dos elementos telúricos prefiguran, real y luego metafóricamente, la destrucción. Para empezar, se produce una erupción volcánica cuyas cenizas ennegrecen el cielo, cubren las tierras, destruyen los cultivos, se adentran en las casas y provocan la partida de la gente propensa a leer el porvenir en las manifestaciones de la naturaleza.
En la hacienda, a raíz del estallido del volcán, el ambiente también se va ennegreciendo con una serie de “erupciones” que acrecientan las tensiones y deterioran aún más las relaciones. Primero irrumpe la prometida del hijo. Dueña de su cuerpo y por ende del viejo, se hace de cuanto encuentra a su alcance: ropa de la difunta, joyas, muebles. Luego, aprovechando la agitación social y el deterioro de las tierras destruidas por la lava y las cenizas, irrumpen oscuros personajes para dar la estocada final en perjuicio de los bienes materiales y la mente de los protagonistas. Son hombres brutales y groseros que llenan la casa con los olores agrios de sus cuerpos mal lavados.
El olor. El cuerpo. Dos “instrumentos” temáticos que usa Katie Kitamura para recrear la atmósfera asfixiante que recorre todos los espacios. Afuera, el olor de los peces pudriéndose en el río, el de la sangre seca de los cuerpos acribillados, calcinados, ahorcados, eviscerados, emasculados, que los insurgentes dejan a su paso por las haciendas incendiadas. Adentro, el olor fétido de un cuerpo enfermo que ya no puede controlar sus funciones y cuyos miasmas se apoderan de la casa y la mente de los demás ocupantes.
El cuerpo como metáfora de un poder en destrucción en el que cada suceso, por más insignificante que parezca, se imbrica en otro que, a su vez, lo engulle, corrompe y descompone aún más.
Con un lenguaje crudo, fragmentado, un estilo minimalista, descripciones lapidarias que no dejan espacio a profundas introspecciones de los personajes pero pasan del subconsciente de un personaje a otro, Katie Kitamura explora la fragilidad de las relaciones humanas, el deterioro que provoca en ellas el poder, el uso del cuerpo como objeto del deseo y símbolo de posesión y el eterno tema de la tierra que tanto ha inspirado la literatura, especialmente la literatura latinoamericana con su historial de invasiones y rebeliones.
En el bosque es una novela impactante, hermosa en la violencia de su lenguaje, y que retrata con fuerza un mundo masculino de abusos y traiciones en el que la mujer, quien hizo suyos ciertos comportamientos malsanos para sobrevivir, aparece sin embargo como portadora de una leve esperanza.
Kitamura, Katie. En el bosque. Editorial Sexto Piso, 2013.
Katie Kitamura nació en 1979 en California, Estados Unidos. Es la autora de En el bosque (Sexto Piso, 2013) y The Longshot, ambas novelas finalistas del New York Public Library’s Young Lions Fiction Award. Becada con la Lanna Foundation Residency Fellowship, colabora como crítica literaria con medios como The New York Times Book Review, The Guardian y Granta. Una separación es su tercera novela con publicación prevista en una docena de países y la publica Literatura Random House.