La eternidad del río temporal, de Ximena Rivera Órdenes
La amistad con apasionados lectores de literatura chilena, me llevó desde temprana edad a admirar la potencia de escritoras de ese país, que habían asumido un compromiso real y militante con la escritura, cuando en el Perú apenas se difundía en escasos círculos intelectuales a las grandes sacerdotisas que batallaban contra el tiempo y las jerarquías establecidas. La primera poeta que leí fue a la inolvidable Gabriela Mistral.
Esa fuerza chilena que enciende el fuego del primer amor a la palabra feminista y testaruda, no en busca de poder sino de denuncia y de sanación. Esas herreras fuertes destruyendo lo nombrado y maquillado por las oscuras fuerzas que también se enamoraron del hermoso país del sur, se han venido elevando telúricas cada cierto tiempo para iluminar el alma chilena y a los que nos seguimos alimentando de ella.
Las chilenas fueron mis maestras del verso auténtico y difícil. Del que punza con una violencia que la sumisión y el tedio me hacía desconocer, Ximena Rivera, en estos textos, me recuerda esa gran eclosión de estremecimiento y conciencia nueva, como la grieta verbal empezó a hacer mella en el entramado suramericano.
Ximena nació en Viña en el 59 y murió en Valparaíso el 2013. En estas Obras completas nos encontramos con una densidad necesaria para abrazar con un “supralenguaje” (como llamaba Ximena a la poesía) a ese puerto aterrado por las categorías fáciles que se le imputan y los colorcitos artesanales, con la intención de exprimir un magma pulsante de rabia y origen proletario. No se puede ser auténticamente chileno y no amar sus subjetividades políticamente calladas pero siempre en pugna por asumir su compromiso con la palabra.
Ximena escribe:
“¿Y yo con los editores estoy un poco enojada, si me preguntaran como se publica en Chile?, algo así. Yo estoy un poco enojada. ¿enojada por qué? Por resentida no más, porque no soy una poeta realmente reconocida. Soy reconocida en Valparaíso y en ninguna otra parte. Soy pobre, por lo tanto, ni siquiera tengo autoediciones…”
Decir que los textos de Ximena son hermosos o cortantes, sería insuficiente para la academia, porque estos adjetivos no acaban de solucionar el aspecto de la estética. Sin embargo el arrebato de la belleza de ese “supralenguaje” es tan intenso que las categorías correctas de las aulas se quedan encapsuladas en cajas vacías. La belleza, como el agua, toma formas que no se explican en un texto crítico, sino leyendo la misma poesía.
La obra completa editada, felizmente, por Gladys Gonzales contiene 9 capítulos.
Antología de la Locura, Delirio o el Gesto de responder y 18 poemas de agua como ejemplo; nombro estos tres para que el lector se haga una idea de la poética de Ximena y sus intereses entre el lenguaje y la vida en el puerto. El agua grande, que es el Pacífico y que baña a Valpo aparece como un “espejo del naufragio de la intimidad”, Ximena va salir de su casita portuaria y va a rasgar hasta la última ventana para enseñarnos el mar de sangre y olvido en el que viven muchos habitantes de Valparaíso y Viña, pero nunca han ido a un festival de la canción, ni han hecho enemigos con sus países vecinos, sino que ha vivido en el olvido de lo que las pudientes voces de Chile intentan representar y que para Ximena no significan nada.
De Antología de la Locura
“Recuerdas, mi niña la tarde en Santiago.
Ese momento de desdicha,
Esos golpes que escuchamos como un plaf
En el cuerpo de la desconocida.
Mi recuerdo, Valeria, la convierte en historia
En guión, en argumento
Pues ese cuerpo persiste en mí
Como la costra de cemento
Que soporta la tierra que esparcimos
Y que ahora dibujamos Para representar
Otras historias.
(p. 10)
Ximena tiene una caligrafía de pesca con anzuelo, va pescando la atención hasta que todo ese símbolo ancestral chileno que sigue pulsando con nervio, desmiente cualquier cliché sobre la fé y el sueño…
En 18 poemas de agua, Ximena escribe:
“ he dejado de creer en Dios”
El ícono, el dibujo
Se rompió
Y la justificación ya no es posible.
El reposo y la identificación
Con el cielo inefable
Es solo ya
Cuestión de pájaros.
(p. 59)
Imprescindible lectura para estos tiempos.
Rivera Órdenes, Ximena. Obra Completa. Ediciones “Libros del Cardo”. 2da edición Chile 2019.( la primera fue en 2016).
Ximena Rivera Órdenes (Viña del Mar, 1959-Valparaíso, 2013), fue una de las grandes poetas chilenas de las últimas décadas. Publicó, entre otros libros Delirios o el gesto de responder (2001), 18 Poemas de agua (2005), que luego república incluyendo más textos en Poema de agua (2012), Una noche sucede en el paisaje (2006) y
Puente de madera (2010).