Cassi, el verano, de Juan Manuel Chávez

Cassi, el verano, de Juan Manuel Chávez

Más allá de la literatura con pruebas o sin pruebas, con sangre o sin sangre

Cassi, el verano, es la última novela de Juan Manuel Chávez editada por Planeta, la que ha merecido una relectura al terminar el verano, con el fin de repensar un texto crítico. Es una novela compleja y de factura meta-literaria. Es decir, el escenario desplegado con arduo trabajo y al detalle, donde los protagonistas son una pareja de peruanos y una mexicana, resulta una excusa para escribir sobre literatura hispana o por qué y para qué escribimos en tiempos de casi celebración de la Independencia del Perú de la corona española.

Con los sucesos en Semana Santa, al presenciar a través de los medios a un ex presidente peruano que parece haber fingido un suicidio para atarantar a sus amados seguidores, la primera propuesta sobre lo que Juanma había podido convocarme y provocarme con su narrativa cambió por completo. Este es un intento de contextualizar las motivaciones de los escritores peruanos, en terreno político fangoso, que es en principio el caldo de cultivo para la inspiración.

Mi primera lectura estaba basada en cuestiones antropo-históricas, sobre las migraciones latinoamericanas en España, donde México lleva un poco la batuta debido a obvias razones. Incluso había pensado llamar a mi artículo: “Deconstruyendo Margaritas, nuevos erotismos sudakas en escenarios europeos”. Sobre la premisa de que es el eros escondido en desigualdades económicas el leitmotiv que lleva a los latinoamericanos a Europa, comencé a lanzar propuestas sobre el papel. Uno de los factores básicos que intenté trabajar fue por qué la protagonista, Cassandra, se apropia del terreno tanto espacial como literario, desde la perspectiva que hay más intercambio humano, comercial, editorial y por lo tanto cultural entre México y España que con los otros países que están situados un poco más al sur.

Otro tópico que me parecía interesante era ese extraño trio erotizante, entre dos peruanos y una “Cassandra guey” (chilanga con nombre de griega), personaje que no conseguía posicionarse con su poco erotismo, (por más que verbalizara sus deseos con claridad), y no lograra interponerse y excitar a dos ingenuos peruanos. Su personaje se acercaba más a un juego entre gata perversa buscando soluciones absurdas a su propia capacidad artística con dos ratones despistados.

Cassi, el verano

Me costó bastante entrar al juego entre realidad y ficción literaria, que estaba construyendo un peruano historiador con una esposa atractivísima en una Universidad de Madrid. ¿Dónde termina la realidad y dónde empieza la novela? Me costó aún más entender el rol de todos los personajes secundarios, los africanos, demasiados migrantes de varios de países, por no mencionar cada uno de los suramericanos, así como se nombran en el “Himno de las américas”, sumados a los españoles, musulmanes entre otros. Mis respetos a Juanma por manejar una data exquisita de ciudades, procedencias y otros matices geográficos. Un sinnúmero de escenas, juegos, actos, propuestas, tramas y trampas en una obra que si bien era muy divertida en las descripciones y con el oficio de Juanma en las representaciones, no agarraban la volada de la historia. No porque la novela no estuviera bien escrita, sino que constantemente una voz interior se interponía con preguntas, si el estudiante peruano pretendía ser un hombre “deconstruido”, si tenía la pretensión de haber superado el machismo y el Edipo latino dejándose “penetrar” por su esposa o mantenía una obsesión con un menage à trois inconcluso (hasta que de alguna manera lo consuma). Me pregunté si nuestro peruano había visto muchas veces “Vicky Christina Barcelona” o “Henry y June” (así mismo me presionaba la idea de si alguien que trama un supuesto suicidio para escapar había visto muchas series sobre escapes de prisión bien logrados). A veces la lectura provoca una confusión y un enredo que por suerte sí tienen salida. La confusión se genera si uno no está alerta y pisa el palito. El autor es una suerte de juglar que saca arañas bajo las mangas a cada rato. (Las arañas también juegan un rol importante en esta novela). Nuestro peruano, en la novela, aunque quiere superarse con estudios académicos de post grado, no acababa de gustar de los europeos, ni admirar el conocimiento que quiere adquirir, esa era una de las muchas premisas que me impedían comprender la intención del juego de personajes, la retórica, los nombres, nacionalidades, valoraciones económicas, la descripción de la piel, procedencia étnica, apodos, usos de lenguaje locales, digresiones sobre costumbres regionales, etc, etc, etc.

Sobre todo, no me quería arriesgar a dar una opinión final sobre Cassi, el verano, desde el lugar del placer ligero o “intentando procesos de identificación”, porque yo también he vivido en Europa (y debía saltar sobre esa sombra); con sus caracteres tan complejos o el escenario de actualidad global. Había algo que me inquietaba en la construcción del personaje de Cassandra y el fraude de la camiseta con sangre de pollo, solo para evitar hacer desembolsos pecuniarios mayores.

Volví a leer Cassi, el verano justo cuando los medios peruanos parecen haber convencido a millones de espectadores que un ex presidente truhan, rufián, fratricida, delincuente como pocos, se ha suicidado. Como nunca le agradecí a Morita, Manolo, Marifé, Cassandra y al resto de personajes que se hubieran juntado para recrear un novelón que abrió una puerta a la comprensión de lo que pasa por la mente de escritor con una propuesta meta-literaria.

Surgen dos preguntas: ¿quién creería una impostación tan elucubrada? Y ¿a quién se le ocurre tramar un culebrón de ese estilo sólo por no pagar la renovación de un ático? Una de las respuestas y no solo para el caso de este libro, sino para la vida en general ha sido: A los peruanos en combinación con los mexicanos. Ambos ejes nacionales se han caracterizado por lo más burdo en sus programaciones televisadas pues hemos sido “aculturados” paulatinamente por las propuestas de Televisa y América televisión.

Con lo sucedido o sembrado actualmente por el ex presidente del Perú, hiper televisado exactamente en una fiesta religiosa de mucha importancia, como la Pascua del 2019, cuando ningún cuerpo se muestra, ni la sangre tras las puertas. Volví a recordar que sí somos capaces de ingeniar para motivar el erotismo, evadir compromisos y aseverar que la moral criolla de pasarse de listo gana siempre el espectáculo.

Me arriesgo a decir que Cassi, el verano, se ha convertido entonces en un manual para entender cómo se gestionan los pensamientos para “hacer creer” cosas. Algo en común tienen Cassandra y los políticos suramericanos, tienen los ojos verdes de dinero y desde su intensa frialdad a pesar del verano han podido tramar situaciones, desenlaces, sentimientos e inventar afectos que los humildes peruanos de a pie, estudiantes de posgrado con escuetas becas podrían jamás imaginar.

El presagio de esta novela es, lamentablemente, certero. Hay novelas que nunca terminan y no hemos nacido en el paraíso.

El cierre de la novela me impresionó por su capacidad de resumir tanto la trama maquiavélica del autor dentro del autor y que se podría utilizar para profundizar en una mente creadora de ficciones sin ninguna moral:

“…eso habría sido maravilloso para ti y tu pusilánime vanidad, pero nadie se interesó en registrar la magia de tu método. La novelita que has escrito es sólo una historia de ficción sin revolución detrás…”

En esta novela hay falsa sangre humana para un crimen ficcionado:

“La enorme y amorfa mancha que dejé en la tela blanca es una recompensa, allí está todo, la obra se compone del trayecto y resultado, el método que usé y el libro que alumbré. La ironía de la mancha es el significado profundo de los límites que crucé, que cruzo por mi literatura.”

Parafraseo, entonces, esta tremenda y lograda frase de Chávez respecto al anticrimen cometido por un expresidente. La transparente e inexistente mancha sobre un escenario preparado, es una derrota para la fe peruana. Allí está todo, mi obra se compone del trayecto y del resultado, de un libro que alguien va a tomarse el trabajo de escribir por mi pericia para convencerlo. La ironía es que no hay sangre, ni manchas, ni cuerpo. Todos los límites de la credibilidad han sido cruzados con la literatura…. Nosotros, peruanos, hemos leído, escuchado oído y hemos tenido fe en los medios de comunicación.

Chávez, Juan Manuel. Cassi, el verano. Planeta, 2018.


Juan Manuel Chávez (Lima, 1976), es escritor, editor y periodista. Ha publicado La derrota de Pallardelle (novela, 2004); Sonríen los desamparados (cuentos, 2006); Lima. Un camaleonte tra due specchi (ensayos, 2006); Ahí va el señor G (novela, 2009 y 2017); La guerra del Pacífico y la idea de nación (investigación, 2010); Limanerías (ensayos, 2012); Latinos y otros peregrinos(crónicas, 2013). Ha sido ganador de la Bienal de Cuento para Niños del ICPNA y del Premio de Ensayo de Radio UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México). Cassi, el verano, es su última novela.

Acerca de Julia Wong

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