Aquí hay icebergs, de Katya Adaui
Tzevan Todorov decía que: “de todos los rastros dejados por el pasado, escogeremos retener y consignar solo unos determinados por juzgarlos por alguna razón, dignos de ser perpetuados”. La selección de recuerdos que decidimos conservar, principalmente los que recogemos en nuestra infancia, es lo que Katya Adaui busca advertirnos en su último libro de cuentos Aquí hay icerbergs.
Compuesto por doce relatos, la narrativa de cada uno es distinta. No necesariamente siguen una estructura lineal, más bien se juega con los tiempos, el lenguaje poético y la irrupción de remembranzas, en forma de bloques, que van apareciendo mientras se esclarece la memoria. En todo momento, la autora sumerge a sus lectores en relaciones familiares agrietadas que persisten en habitar en los personajes, quienes emprenden una búsqueda por descubrir o, quizás comprender, los lazos dañados o violentados en algún momento de su niñez. Es la infancia, esa etapa tan apreciada por la inocencia y el poder “ser” sin culpa, la que se busca encontrar ya de adulto para entender las consecuencias perturbadas y marcadas por el desamor en los personajes y quienes los rodean. Así, encontramos que Adaui también se enfoca en las herencias emocionales que pasan de padres a hijos que se evidencian en los diálogos de estos, en cómo discuten, se enfrentan o se quiebran. Es, justamente, en las introspecciones y conversaciones de los personajes que Adaui expone la violencia de las palabras y deja entrever las conductas extravagantes de los padres con sus interesantes ausencias o excesiva presencia, material o inmaterial, en la vida de sus hijos que pueden encontrarse en los cuentos prodigiosos como “Todo lo que tengo lo llevo conmigo”, “Alaska” y “Siete olas”.
La violencia, y su huella en la memoria, también se manifiesta en los relatos, ya sea porque se aprende o se enseña de golpe como encontramos en los cuentos “Si algo nos pasa”, “Ese caballo” o “El color del hielo”. Estas memorias subterráneas (Michael Pollack) pueden lograr que un hijo le confiese a su madre un episodio quince años más tarde como en “Este es el hombre”. Los enfrentamientos entre padres e hijos que retrata Adaui están, además, ambientados en una sociedad más tradicional que moderna donde el qué dirán y la fotografía de la familia perfecta queda como un ideal lejano, mas no como una promesa. Las costumbres y hábitos de los protagonistas que se desarrollan en la casa —un espacio familiar cuyos rincones también cuentan historias— revelan una preocupación de la autora por contar una cotidianidad que a veces pasa desapercibida, pero toma importancia en la adultez.
Katya Adaui nos presenta con este libro que los testimonios individuales irrumpen en las memorias oficiales establecidas por la familia y son estos las raíces de lo que muchas veces callamos, preferimos dejar en el olvido o buscamos confrontar para encontrar una verdad. Adaui se asegura que esas raíces tengan una voz y —en un mundo donde los microrrelatos proliferan (Jean-François Lyotard) —que sean escuchadas porque importan. La autora se suma a las voces de escritoras latinoamericanas cuyas historias son cada vez más leídas y necesarias. Un libro recomendable para quien quiera practicar para sí mismo el psicoanálisis o quiera después realizar una catársis frente al espejo que muchas veces nos hace falta.
Adaui, Katya. Aquí hay icebergs. Literatura Random House, 2017.
Katya Adaui (Lima, 1977) es escritora, guionista, fotógrafa. Viajera. Autora de la novela Nunca sabré lo que entiendo (2014), de los libros de cuentos Algo se nos ha escapado (2011) y Un accidente llamado familia (2017). Sus cuentos y crónicas aparecen en revistas y antologías peruanas y extranjeras. Cursó la maestría en Escritura Creativa de la Universidad de Tres de Febrero en Buenos Aires.
[…] -Publicó su libro de cuentos “Aquí hay icebergs” por Editorial Penguin Random House, 2017. Aquí una crítica: https://lascriticas.com/index.php/2018/03/08/aqui-hay-icebergs-de-katya-adaui/ […]