La maternidad, el ser madre, es ese salto hacia la materia desconocida. Idealizada durante siglos, la maternidad se observa hoy de un modo más honesto. Tener hijos es todo salvo una experiencia tranquila. La mayor parte de veces supone una fractura. Una rompe con el mundo como lo conocía, con el entorno social, incluso con la pareja, a veces solo consigo misma, pero de ningún modo queda intacta. Hay que dar mucho de sí, física y mentalmente. Una cree estar lista, haber visto lo suficiente, exprimido hasta la última gota de su libertad y se siente capaz de acoger una vida. Pero la maternidad se revela como mucho más que eso, como un salto a lo desconocido, a la vulnerabilidad extrema, a la fatiga infinita, a un amor abrasador y también a ese odio de aspectos de una misma que aparecen como reflejos magnificados en el nuevo ser. Es un incesante ejercicio para situarse en el justo medio: saber dar y saber guardarse. Lo uno tan vital como lo otro.
Hay miles de modos de ser madre. Y también de no serlo. En esta entrega, les invitamos a descubrir en Tala, de Gabriela Mistral, la mitificación de la madre humana; el parto y la violencia obstétrica en «Con dolor darás a luz a tus hijos»; el desafío de criar a gemelas, en «Multiplícate por dos»; la llegada de los hijos y su partida, en clave poética, en los dos poemas de Yuliana Ortiz, y Mi casa de cuervos, de Grecia Cáceres; el cuestionamiento a los roles otorgados en la familia, en «Mi padre es mi madre y mi madre es mi padre»; la culpabilización social al rechazo de la maternidad en la reseña de La figurante, de A.B. Yehoshua; el rechazo de la maternidad plenamente asumido, en Nulípara de hoy, de Ofelia Huamanchumo; todos los cuestionamientos acerca de la maternidad que propone la lectura de la tetralogía de Elena Ferrante Dos amigas; y la maternidad ejercida como una suerte de fascismo en la película Hildegart o el proyecto superwoman.
La serie El sueño y la teta, de Malena Martínez, nos propone, finalmente, un recorrido por el inicio de la maternidad en imágenes.