Las Locas Ilusiones, de Oswaldo Estrada
Las Locas Ilusiones, el lenguaje y el desarraigo
Texto leído por su autora en la presentación del libro en Lima, julio del 2025
Quisiera agradecer a Oswaldo Estrada por invitarme a presentar su libro, un puñado de historias que plasman la visión y el imaginario de un escritor de aquí y allá. Lo interesante de este libro es que además recoge algunos cuentos que fueron publicados inicialmente en inglés y que el mismo Oswaldo ha traducido al español, con las consabidas equivalencias del habla de las que conversaré más abajo. Pero hago hincapié en la traducción porque es la señal del inmigrante latinoamericano en los Estados Unidos de América, este constante traducir no solo el lenguaje, pero también las razones y los motivos. El transformar una fiesta americana tan conmemorativa como el Thanksgiving (acción de gracias) y llamarla “El día del pavo”, por ejemplo, o el aceptar que el mop, no es un trapeador o fregona, sino un mapo; o que no están trabajando en el techo, ni en el roof, sino en el rufo. El acoplamiento de dos culturas implica muchas idas y venidas, implica pérdidas, pero también ganancias. Estos cuentos escritos en inglés porque es el idioma de, seguramente, la mitad del día de Oswaldo, también reflejan una situación híbrida: escribir de lo lejano en el idioma del territorio que se ocupa. Traducir estos relatos no significa regresarlos al lugar al “que pertenecen” sino que implica una abstracción extra, la de hallar las palabras que reflejen la historia y que además suenen al discurso del terruño, pero que por sobre todas las cosas, como en todo escrito de ficción, que no se pierda la verosimilitud de la historia.

En muchos de estos cuentos está presente la pregunta tácita del sueño americano, esta búsqueda de tantos que piden una visa para inmigrar, este impulso de otros tantos que, sin acceso a una visa, transitan hacia los Estados Unidos a pie, bajo el sol incandescente del desierto, escondidos en tolvas, sedientos, etc.
¿Qué es el sueño americano en estos momentos? Hace poco hemos sido testigos de las acciones de parte del gobierno de los Estados Unidos contra inmigrantes “de color”, porque en Estados Unidos los latinos, los asiáticos, los del medio oriente, etc., son gente de color, eso somos. El sueño americano se desvanece en los aeropuertos, donde cientos de inmigrantes en situación ilegal son deportados, regresados o tal vez hacinados en cárceles extrañas en Centroamérica donde se cuece un nuevo inferno, cuando me imagino esas cárceles siempre me viene a la mente los círculos del infierno de los que hablaba Dante en su comedia. ¿Es acaso una locura este llamado sueño americano?
Las locas ilusiones, pongámonos a pensar en las palabras que forman este título. Sé muy bien que es además parte de un vals muy conocido, el provinciano. Pero vámonos a los significados per se. La locura y la ilusión, dos palabras unidas en el movimiento migratorio. A la hora del desplazamiento, existe no solamente un cambio de espacios, sino de perspectivas. En el primer cuento, el personaje que nació en Estados Unidos, pero no vivió ahí, vuelve a regresar. Su peruanidad, llena de comidas, miedos, cábalas y más, choca con la identidad americana: “Bienvenido a casa”, le dice el oficial de inmigración y todo un país se abre a sus pies. La locura de ser un trabajador temporal e ir de lugar en lugar tras un trabajo en las cosechas, un trabajo que puede resultar tóxico como en el cuento “Debajo de mi piel”, donde las trabajadoras cosechan tabaco en condiciones paupérrimas y no pueden evitar intoxicarse. Lo más curioso es que alguien menciona en el cuento que si ellas fueran fumadoras, tal vez no se intoxicarían recurrentemente. En la narrativa peruana tenemos un cuento genial de Julio Ramón Ribeyro, llamado “Solo para fumadores”, donde el narrador empieza hablando de las marcas y sabores de los cigarrillos que ha fumado. Me pregunto cómo se lee ese cuento a la luz de algo tan terrible, como la intoxicación por nicotina de una inmigrante temporal, una mujer desarraigada que recoge sin guantes aquellas hojas de tabaco que la matarán algún día.
Historias de inmigración hay muchas, pongámonos a pensar que cada inmigrante solo en los Estados Unidos tiene una historia. El desplazamiento, el miedo, la zozobra, el cruce, la migra, la muerte. Todas esas palabras y muchas otras, más crueles, componen el vocabulario de la inmigración. Todas con un peso fuerte en significados. Muchos podrán decir que tal vez no cruzaron de mojados la frontera, que tenían su visa y llegar a los Estados Unidos no fue un gran trauma. Qué ingenuo es esto. El desarraigo es una condición del inmigrante. Desde el momento en que haya una querencia (la tierra, la comida, la madre, el cielo o el mar, por mencionar algunos elementos) hay una condición que nos desarticula. Estamos en un lugar, pero estamos incompletos. Así, los personajes del libro de Oswaldo son desarraigados: el hambre, la enfermedad, la soledad, la adicción, todo se vuelve una trenza más que se arrastra.
Y yo quisiera hablar también del lenguaje del inmigrante, tan presente en los cuentos de este libro. Se podría decir inclusive que es un personaje más. El habla que nos mantiene unidos a la tierra que dejamos y, que a la vez nos balancea en un nuevo código fonológico y sintáctico. La necesidad de pertenecer sin dejar de ser lo que uno piensa que aun es. No sé si se entiende esta paradoja. El habla del inmigrante es una muestra de su situación, el estar entre dos o tres mundos, el soñar en más de un idioma, el querer encajar, el olvido y el recuerdo a la vez. Es a través del lenguaje que conocemos y. reconocemos lo que nos rodea. Los límites de nuestro mundo, tal como lo decía Wittgenstein, son los límites de nuestro lenguaje. ¿Cuáles entonces son los límites del mundo del inmigrante? Alguien que tiene que aprender una nueva lengua, para no dejarse arrastrar por la inmensidad del país al que llega. Y si solo pensamos en nosotros que hablamos español y luego aprendemos a hablar el inglés; mejor pensemos en los inmigrantes que hablan una lengua nativa como el nahuatl, el quiche, el quechua, y que también hablan el español y luego se inundan en el inglés. Hace casi veinte años yo vi llorar a un jovencito cuyo primer idioma era el nahuatl, porque no entendía bien el español, mucho menos el inglés. Su manager, un albanés, le gritaba (en un inglés con acento) porque no entendía cómo debía servir el agua en una mesa en el restaurante donde había empezado a trabajar. Hace unos meses volví a ver a este muchacho, quien ya era un adulto y trabajaba en otro restaurante. Conversamos en español un ratito, pero en un momento se dio la vuelta para dar unas indicaciones en inglés a sus subalternos. Ese país ya era suyo, sus locas ilusiones lo llevaron de la mano, como en un itinerario con sus altas y bajas, una locura que abarca territorios y lenguaje.
Estrada, Oswaldo. Las locas ilusiones y otros relatos de migración. Axiara, 2020.
Oswaldo Estrada es escritor, crítico literario y académico peruano. Ha publicado ocho libros entre cuentos y novelas. Vive en España.