Enciclopedia vacía, de Ricardo Sumalavia
Una advertencia inicial: este no es un libro para entender. Lo cual, paradójicamente, lo vuelve perfectamente comprensible.
Se puede pensar que una enciclopedia está hecha para consultar, para buscar datos, para encontrar verdades más o menos estables. Pero Enciclopedia vacía. El gran sueño no tiene entradas confiables, ni números de página, ni índices que sirvan de mucho. Tiene, en cambio, relatos mínimos que se comportan como trampas afectivas: uno los lee rápido, pero quedan adentro como astillas.
Ricardo Sumalavia es un experto en la brevedad con efecto retardado. Parece que no te pasó nada, pero un rato después estás mirando fijamente una taza de café mientras tratas de recordar si soñaste con tu padre muerto o si en realidad hablaste con él esta mañana. Porque eso hace este libro: nos mueve el piso, amenazando con derrumbar esa torre de dudosas certezas que necesitamos para vivir en sociedad.
No hay aquí un diccionario de saberes, sino una colección de pequeños sobresaltos. Sueños que se escriben como realidades. Recuerdos que se comportan como fábulas. Personajes que se multiplican con una naturalidad biológica (y a veces patológica). Hijos, hermanos, padres, todos atrapados en escenas que oscilan entre lo absurdo y lo tierno. Una madre robot que no se calla ni en sueños. Un cajón que hay que cerrar para despertar. Una planta que escucha mejor que cualquier humano.
El estilo de Sumalavia es engañoso. Parece simple, pero no. No hay nada simple en estos textos. Hay economía, sí. Hay precisión. Y hay un tono que parece inofensivo hasta que te das cuenta de que estás leyendo sobre la muerte, sobre la infancia, sobre el tiempo, sobre los sueños… siempre con una sonrisa de costado.
En esta enciclopedia no hay un orden, pero sí una lógica. La lógica del sueño, mucho más rigurosa que la de la vigilia. Aquí todo encaja, aunque no sepamos cómo. Un personaje se llama Ricardo, como el autor, y quizás lo sea. Pero también puede ser otro. Puede ser todos. Como pasa en los sueños. Como pasa en las familias.
El microrrelato es un género ingrato: se lo juzga rápido, se lo olvida fácil. Pero Sumalavia lo trata con respeto y le arranca lo mejor. Aquí no hay finales “con sorpresa” al estilo de los manuales, porque el autor tiene conciencia de que los lectores ya no se sorprenden de nada. En cambio, hay finales que abren preguntas, que te dejan un huequito en el pecho. Y hay humor, claro. Pero de ese que duele.
Lo notable es que, aun cuando todo parece flotar —el sueño, el lenguaje, las imágenes— una pulsión íntima organiza el caos. Es la necesidad de decir algo verdadero sin solemnidad. De narrar lo esencial sin recurrir a lo grandilocuente. Como quien cuenta una historia mínima mientras pela una mandarina.
¿De qué trata este libro? Imposible decirlo. O mejor: trata de todo lo que no cabe en una enciclopedia. El amor y la enfermedad, el padre muerto, el lenguaje que no alcanza, los objetos que hablan, el tiempo que se deshace. Y los sueños. Siempre los sueños. En este mundo donde todo parece desbordar palabras y explicaciones, Ricardo Sumalavia nos invita a abrir las páginas de Enciclopedia vacía. El gran sueño y encontrar, justamente, lo contrario: el espacio, la bruma, el susurro de lo que no tiene nombre.
En lugar de un abecedario dictando el orden del mundo, hay en este libro una serie de entradas flotantes, breves relatos que simulan definiciones, pero terminan por abrir heridas dulces y desconcertantes. Cada texto es una grieta en el muro de la realidad, un pequeño salto sin red hacia la infancia, los sueños, la memoria y el olvido.
Como en toda enciclopedia, hay temas. Hay puertas, monedas, plantas, sogas, espejos, madres imposibles. Pero en lugar de construir certezas, Sumalavia dinamita las bases: ¿qué es una planta, si puede enterarse antes que nosotros de una catástrofe? ¿Qué es el tiempo, si podemos medirlo por el rigor de nuestra digestión? ¿Qué es una palabra, si puede impedirnos saltar una barda? Y sobre todo, ¿qué cuernos es una barda?
En esta Enciclopedia vacía, la memoria no es un archivo ordenado, sino un terreno movedizo, tramposo y lleno de trampas dulces. Un cajón apenas entreabierto puede ser la frontera entre sueño y vigilia; una hoja caída puede desatar el cuestionamiento de todas las categorías; un error de pronunciación —tretas o tetas— puede dinamitar la autoridad de un profesor y reinstaurar la magia caótica del lenguaje.
Sumalavia, como buen soñador profesional, entiende que el verdadero vacío no es el de la nada, sino el de lo lleno que no podemos nombrar. El vacío sublime al que se refiere en su dedicatoria inicial no es el abismo temido, sino el espacio en el que todo puede nacer.
Leer Enciclopedia vacía. El gran sueño es aceptar la invitación a una lógica distinta, un lugar donde los muertos siguen cumpliendo años y pidiendo torta, donde los sueños se programan con perros saltarines y jardines violetas, donde los hermanos discuten en los desayunos sobre quién morirá primero, como si la muerte fuera apenas otra anécdota familiar.
Sumalavia escribe con una ternura cruel: sabe que la vida es un río revuelto en el que a veces extendemos los brazos para salvar a alguien, aunque no sepamos si en realidad nos estamos salvando a nosotros mismos.
Su prosa breve y precisa no cae nunca en la tentación de la solemnidad. Prefiere, como los buenos prestidigitadores, el gesto mínimo que maravilla. Hay un humor secreto —a veces tierno, a veces macabro— que recorre cada página y nos recuerda que soñar es también un acto desesperado de resistencia.
Quien abra este libro esperando respuestas quedará perdido —y quizá aliviado. Porque cada historia es apenas el eco de una pregunta que sigue vibrando mucho después de cerrar las páginas. ¿Quiénes somos cuando soñamos? ¿Quién nos sueña cuando creemos estar despiertos? ¿Puede un sueño salvarnos? ¿Puede un olvido salvar una moneda perdida?
No hay un único lector ideal para este libro. Cualquier viajero extraviado en su propia vida puede encontrar aquí un refugio, una sonrisa torcida, una sacudida suave. Lo único que se pide es aceptar el trato: dejarse caer en este vacío lleno de murmullos, y permitir que los muertos, los hermanos, los padres, las plantas, las sogas, los muebles viejos y los libros de melocotón nos susurren sus verdades. Bienvenidos a este libro. Aquí, todo cabe en una grieta. Y desde esa grieta, todo puede volver a comenzar.
No hay instrucciones para leer Enciclopedia vacía. El gran sueño. Tampoco las necesita. Basta con abrir cualquier página y dejarse llevar. Total, si uno se pierde, ya va a aparecer alguien —un personaje, un recuerdo, un cable que cuelga de una oreja— para decirnos que estamos en el lugar correcto. Aunque no entendamos nada.
Y eso, en literatura, es lo más parecido a la verdad.
Sumalavia, Ricardo. Enciclopedia vacía. El grand sueño. Personaje secundario, 2024.
Ricardo Sumalavia es escritor, crítico y académico peruano. Ha publicado los libros de cuentos Habitaciones y Retratos familiares, los libros de microrrelatos Enciclopedia mínima, Enciclopedia plástica y Enciclopedia vacía y las novelas Que la tierra te sea leve, Mientras huya el cuerpo, No somos nosotros, Historia de un brazo y Croac y el nuevo fin del mundo. Ha sido traducido al francés, inglés, chino, búlgaro y turco.