El viento silbando entre las grúas, de Lidia Jorge

El viento silbando entre las grúas, de Lidia Jorge

La abuela Regina como el reino y Milene como un jardín.

Una aproximación a «El viento silbando sobre las grúas» de Lidia Jorge. 

Dice G. Agamben que:

Contra la separación forzada de los dos polos (reino y jardín: paréntesis es mío) debemos recordar junto con los quiliastas y con Dante que el Jardín y el Reino resultan de la escisión de una única experiencia del presente y que en el presente pueden unirse de nuevo. La Felicidad en la tierra está tensada entre estos dos extremos polares. Y la naturaleza no es una realidad preexistente e imperfecta, que debe ser inscrita a través de la gracia de una economía de salvación, sino que es aquello que aparece aquí y ahora en la coincidencia, es decir en el acontecer al mismo tiempo, del paraíso y del reino. Sólo el reino da acceso al jardín, pero sólo el jardín hace posible al reino. Sólo el Reino da acceso al Jardín, pero sólo el Jardín hace pensable al reino. pp. 132.

Giorgio Agamben, El reino y el jardín.

Lidia Jorge, escritora portuguesa nacida en el Algarve acaba de aganar el premio de la Feria del Libro de Guadalajara 2020 por su trayectoria en las letras romances. El lirismo del idioma portugués para someter la realidad de una lengua a su constante re-interpretación demo-lingüística (el paisaje reedificado de la gente simple, según Jorge) de la Lusofonía ha canalizado en esta escritora una de sus voces más representativas desde 1974 (la revolución de los claveles) en adelante. La trayectoria de Lidia Jorge es vasta, y O vento assobiando nas Grúas no es su novela más conocida, hay apenas traducciones privadas al español, ha sido ya merecedora de varios reconocimientos dentro y fuera de Portugal. Esta novela cumple con el tremendo requisito de representar la mayor transmutación del imperio portugués colonial a un estado moderno que asume su decadencia y su valle de la desgracia como nación empobrecida y obligada a una falsa sumisión a los nuevos imperios capitalistas (América y Reino Unido), para dar paso a la aceptación de su nueva etnografía lusitana en busca de una conexión real, profunda, equitativa con las tierras africanas que empiezan a descolonizarse y forman parte de una nueva cartografía de saberes afectivos y consciencia ontológica del ser y el estar lusófono en el mundo.

El viento silbando entre las gruas

Los dos polos en O vento… son Regina, la abuela encontrada muerta frente a un inmueble avejentado (como ella) que le perteneciera en Valmares (ciudad ficticia que representa el Algarve), a la manera del imperio portugués que acepta su decadencia y sus taras cronológicas inherentes al devenir histórico de Portugal, (tanto en sus alturas y caídas). Y que en este caso sirve como “el Reino” o el paraíso, paradigma de la “casa portuguesa” que pretendía instalar sus jerarquías e interpretaciones de la misericordia católica, en la “urgencia” de mantener la construcción de la unidad familiar y social católica en Portugal (mantener el poder económico centralizado). Milene se sitúa en el otro polo, su nombre es el resultado de María y Helena, hebreo y Griego, que viene a ser la síntesis inocente y casi beatificada por una enfermedad mental. Hay una simbolización de la pureza en la nieta oligofrénica, que representa la individuación del Reino, convirtiéndose en el Jardín que puede dar acceso a los nuevos elementos (migración africana, Antonino Mata un viudo caboverdiano) que desde el Reino decadente, dormido, inconsciente no había conseguido incluir equitativamente a las antiguas colonias en su nuevo paradigma.

Jaime Ruiz Baudrihaye, es uno de los pocos que ha reseñado este libro en español, y denomina “parvulez” la actitud de Milene, la nieta Jardín, que sólo a través de esa exagerada ingenuidad logra que unos migrantes caboverdianos, separados del mundo empresarial de ganancias, plusvalía y estatus social adecuado, accedan a las bondades del Reino. Esa actitud de Milene, que es la actitud de Eva en el paraíso al morder la Manzana y ofrecérsela a Adán, es de la mujer que sabe, que ese paso “aparentemente pecador”, para las normas y estratagemas portuguesas de una supuesta alcurnia y poder históricos, logra movilizar la historia, actuando el Viento entre las grúas como la Parusía (Parousia o segunda venida de Cristo). Haciéndolo, va a movilizar las Grúas y la construcción civil en busca de acercar la vida de los pobres bienaventurados de la Tierra a los valores obsoletos de una clase política y social que, aunque se niega a morir, sabe que tiene que aceptar el nuevo comienzo de las reglas de fraternidad en el territorio: abrazando a las migraciones africanas como sus pares y no como espejo de la basura y la marginación.

Por otro lado en un texto budista, no se hablaría de la abuela Regina y la nieta Milene como polos necesarios para permitir la acción del Viento, sino como interdependientes o como Causa y efecto para permitir que, siguiendo la coherencia de la Misericordia de un reino inclusivo, católico, apostólico y universal, se den las condiciones para una “pax lusófona”, un “jeito portugués” para hacer coincidir la voluntad divina con la humana”.

La más estricta causalidad que gobierna la realidad empírica en su integridad implica, como un corolario, la interdependencia de todo lo que existe, ya que cada cosa es producida como efecto por la conjunción de una multiplicidad de cosas que actúan como causas; y consecuentemente cada una de esas cosas que actúan como causa es a su vez producida como efecto por la conjunción de una multiplicidad de otras cosas que también actúan como causas, y así sucesivamente en un proceso hacia atrás que no tiene comienzo. La necesidad de una pluralidad de causas y/o condiciones para el surgimiento de algo es afirmada en muchos textos, como por ejemplo:

Vasubandhu, Abhidharmakosha: “El agregado-forma, el agregado-sensación, el agregado-percepción, el agregado-volición y el agregado conciencia son los dharmas samskrita [condicionados]. Ellos son condicionados porque son producidos por condiciones que se han reunido, es decir que están juntas, porque no existe nada producido por una [sola] condición”. (Concepción budista del universo, causalidad e infinito: Tola y Dragonetti. Polis revista latinoamericana).

Volviendo a Agamben, él cita a Wilhelm Franger quien interpretara el tríptico «el Jardín de las delicias» de Jheronimus Bosch explicando que “Los hermanos del Libre espíritu profesaban que la perfección espiritual coincidía con el advenimiento del reino y con la restauración de la inocencia edénica de la que el hombre había gozado en el paraíso terrenal». (G Agamben: el Reino y el Jardín pp. 11).

Lo que para el Budismo es infinito, es inocencia edénica para Agamben y su interpretación del paso del tiempo (tríptico interpretado de izquierda a derecha, donde es necesario pasar por el samsara o Barrio de los Espejos para llegar a la beatitud final).

Felicitaciones a Lidia Jorge por esas 460 páginas de horizonte renovado con optimismo de la lusofonía, incluyendo como Dios a su serpiente, a sus depredadores y en busca do «melhor Verao das nossas vidas». Y también por el premio FIL de Guadalajara 2020. Of course.

Jorge, Lidia. Traducción de María Jesús Fernández. El viento soplando entre las grúas. La umbria y la solana, 2024.


Lidia Jorge, es una de las escritoras portuguesas más importantes de la actualidad. Ha merecido entre muchos otros el Premio Luso-Español de Arte y Cultura (2014), el Premio Jean Monnet de Literatura Europea (2000) el Gran Premio de la Asociación Portuguesa de Escritores (2002), el Premio Internacional Albatros de Literatura, otorgado por la Fundación Günter Grass (2006), el Gran Premio de Literatura otorgado por DST (2019) o el Gran Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (2020). Han sido traducidas al español sus novelas La costa de los murmullos, Noticia de la ciudad silvestre, El jardín sin límites, El fugitivo que dibujaba pájaros, Los tiempos del esplendor y Estuario.

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