Albricias contra la muerte. Una lectura de Canto a la hoja que cae de Úrsula Alvarado
El otoño presume de su propia música, sus propios ruidos y silencios. Así mismo la convalecencia, el dolor físico, los hospitales también tienen su propia música y sus propias palabras.
He tenido la suerte de conocer la urdimbre con la que Úrsula Alvarado teje su voz poética, porque hemos realizado juntas un trabajo de conexión entre varios aspectos de la literatura, la enfermedad y una propuesta comunicativa. Pensé que ese aspecto de “respeto estético” facilitaría adentrarme en la lectura de su hermosa arquitectura otoñal. No ha sido así, creo que por dos razones: difícilmente he podido separar la gestora cultural de la artista que pretende hacernos oír el sonido exacto desde que una hoja se descuelga de su frágil rama, lista para el encuentro con otras formas del mundo.
Ha sido trabajoso también separar la voz poética de la simbología animal y climática, que no dejan sopesar con facilidad hasta donde la jerarquía de la belleza pretende esconder la violenta raíz de diversas simbiosis femeninas.
Caer de la rama, no es morir. Como tampoco estar hospitalizado, doliente o expectante es ser ese “lupus anómalo”, con resentimiento y rabia por su marginalidad, que la Civitas pretende esconder en nosocomios, cuando por alguna razón el cuerpo se duele.
Cualquier ser vivo, sea animal, vegetal o en el caso más palpable el sapiens, se duele cuando se transforma y comienza a emitir sonidos diferentes a los de su especie. En el proceso de transformación, ya sea albergando otro ser vivo, llevando otra luz, otras entidades que le compelen hacia una nueva vitalidad, los procesos dentro de ese ser al desengranarse de su matriz original, consiguen que se verbalicen, semienten y emitan otras tonalidades, hasta aullidos que en un estado de complacencia difícilmente se podrían conseguir.
Aun sostienen algunos estudiosos del discurso poético que la gran poiesis es la metamorfosis del pathos iluminada por los dioses. Pues en este conjunto de poemas, cada mega milímetro de distancia, desde que la hoja decide abandonar la rama para tornarse cientos de posibilidades auríferas por su luminosidad o esa alegoría al Lupus, la jefa alpha de una manada que es comandada en este conjunto de versos por una loba… La voz poética quiere definitivamente instalarse como la guía de toda esa incertidumbre otoñal, transformadora, tanto de la enfermedad a la salud, de la muerte a la vida, de la gravidez a traer un nuevo ser al mundo y sobre todo, reconociéndose loba en este caso, necesita ser la que contiene a la manada para resguardarla; y no hay mejor manera de contener al rebaño que prometiéndole estabilidad y sanidad a través del restablecimiento de lo fragmentado,
En “Confesión”, encuentro un ars poética muy esclarecedora del proceso transformador y contenedor de todo el poemario:
«Me desarman cosas sencillas
tras haber llevado el mundo en la espalda.
Confieso, el dolor persiste.
La ciclópea dimensión de mi huésped me confunde
él adolece de mí.
Un cuerpo mil veces mordido no sirve de metáfora,
mis cabellos han hibernado y crecido como ásperas ramas plateadas.
Mi andar no derrama néctar ni perfume
sin embargo, me rodean moscas ciegas
que no encuentran dónde posarse.
Este ser que se destensa
defiende su derecho de proclamarse rosa…»
La hoja ha cantado al caer, la caída permitirá la elaboración de “la rosa”, como epítome final y en paralelo la Loba protectora ha hecho uso de todos los artificios y capacidades para la restauración de su especie y del espacio. “Kintsugi”, es una pedagogía donde se suman otoño y primavera, pues acaba derramando el oro que la alquimia poética ha sido capaz de crear a pulso en un tremendo acto de voluntad de sobrevivir al dolor .Loba y voluntad salen ganadoras del combate vital contra fuerzas tanáticas y se declaran vencedoras ante la hiperquímica de los hospitales o el silencio de la manada que ausculta acechante la maternidad fortalecida de quien nunca abandonará sus criaturas aunque hayan desalojado la matriz original.
Alvarado, Ursula. Canto a la hoja que cae. Hanan Harawi, 2021.
Úrsula Alvarado Noblecilla (Lima, 1979) es licenciada en Administración de Turismo (UNMSM), gestora cultural, ilustradora y escritora. Ha publicado en poesía Metamorfosis Inversa (Vagón Azul Editores, 2015) y Canto a la hoja que cae (Hanan Harawi Editores, 2021). Ha escrito el guion del video experimental «Una ciudad como yo», preludio de un ensayo sobre escritoras, poesía y espacio público.
Desde 2018, dirige la Asociación Cultural Poesía en la ciudad.