18 poemas de fake love para Keanu Reeves, de Julia Wong
Los valles de La Libertad pueden ser lugares muy solitarios. Entre cerro y cerro, los desiertos y los sembríos (todos comprados por grandes empresas) se extienden tan largamente dejando muchas vidas varadas justo en el centro. Pero, no sólo ellos se sienten solos o perdidos, como Keanu en Hawai, la mitad de la humanidad, en medio de la globalización y las migraciones, el racismo y las clases sociales, se siente así. No es extraño, entonces, que grandes industrias como Hollywood entren a nuestras vidas a enseñarnos lo que es la felicidad, el idioma en que se debe hablar, cómo vernos o vestirnos; por eso Holllywood es la MATRIX en el poemario de Julia, de donde la heroína luchará por salir y, de paso, rescatar a Keanu.
La voz que recorre el poemario, es la voz sabia de quién duda del sueño norteamericano, cuestiona su lugar en el mundo y le reclama al amor romántico su falsa redención. Es decir, golpea la industria de Hollywood donde más le duele.
18 poemas de fake love para Keanu Reeves es un poemario complejo que debería dar razón a un análisis más profundo, no sólo por la capacidad inventiva que tiene Julia sino por su tenacidad y suspicaz utilización del lenguaje. Ella sabe que el lenguaje es el vehículo que nos lleva de un lugar a otro en este recorrido geográfico y cultural, por eso, muchos versos van sobre su propia línea y buscan una respuesta que parece no encontrase en la superficie de las palabras.
Como cuando dice:
“El vómito iconoclasta de la hermenéutica aparente, recurso fácil que los poetas malgastamos y reutiliza-mos en reciclaje, para volvernos un miércoles de ce-niza, soledades de parientes muertos.”
O también:
“Invisibles aullidos ante la psicodelia del futuro: un gigante se quema en California; el último fósforo quema mi palabra”
O como cuando en “Guerra de perros en Alaska”, dice:
“Oye Ken, este banquete de palabras es un bordado”
Y después de ello utiliza la imagen del bordado para construir una teoría sobre las palabras que sería difícil de explicar por aquí.
Julia recurre a “salvavidas” para reconciliarse con un lenguaje, que ya no es suficiente para que sus personajes se entiendan o se encuentren: adjetivos rebuscados e hilarantes como: “rabanitos hipnotizados” o “valles inalámbricos”, también, al juego de palabras o acudiendo a la ruptura constante de lenguaje poético: algunas veces hablando en primera persona, otras en tercera. Algunas veces utilizando un lenguaje coloquial, de chollywod, pero irrumpiendo con palabras técnicas o de gran dificultad, como “esternocleidomastoideo”; de esta manera nos garantiza la indagación auténtica y tal vez desesperada de una comunicación real, y así deja de manifiesto su desconfianza en el lenguaje y su necesidad de enlazar vínculos honestos a través de este. En este sentido, los sistemas que conforman su poesía son coherentes con el discurso que establece, en ella se puede apreciar: la multiculturalidad (diferentes idiomas, uso de verso libre y de prosa en un mismo poema, referencias artísticas de todo tipo: cine, libros, poetas, comidas, filosófia), también podemos ver la descontrucción del ser humano (que es la misma deconstrucción del lenguaje: acudiendo por ejemplo al uso del lenguaje inclusivo). Esto último me parece realmente interesante, Julia se enfrenta a la automatización de la lectura, dejándonos la tarea de decodificar el lenguaje: es decir volverlo a mirar o a saborear. Así pues, gran parte de la poesía de su poesía, se trata de sí misma, también, en un ejercicio constante de autoconocerse; y de esta manera, en medio de ciudades que parecen continentes, intuimos una luz que nos hará salir de la matrix (y rescatar a Keanu):
“Ven al dialecto azul del Amazonas, donde la cucarda revolotea. Las manos escarban el sonido de la caída del imperio y el loro yace decapitado en un corral”
¿Será acaso el dialecto escondido en medio del Amazonas el remedio que nos permita vernos? ¿la forma tan natural, sin adornos y sin presiones sociales, las formas ancestrales del idioma, aquellas que nos conecten? Esto, no deja de ser más que un anhelo de lectora, pues la verdad es que Julia no nos trae respuestas, sino dudas. Dudas que no siempre necesitan ser respondidas:
“No intentes deshojar la flor absurda de mis dubitaciones sobre la Patria”
Tal vez sea verdad que la patria es la poesía y no un lugar en concreto, o una comida en “El chifa-Nación” (por cierto, uno de los poemas más interesantes del poemario) o una “parafernalia” guardada en la memoria. Lo cierto es que la ambigüedad de la poesía de Wong, nos deja la ardua labor de comenzar a cuestionar nuestros afectos, nuestros vínculos, los sueños hollywoodenses, el amor romántico, la conciencia de nuestros ancestros y nuestro lugar en el mundo postmoderno.
Y a todo esto, ¿dónde quedó Keanu? Posiblemente, al haber sido descubierto falso héroe romántico de película, siga esperando ser rescatado de la misma utopía que habita: Hollywood. En el poemario va de un extremo a otro: Keanu es como un perro perdido en Hawaii al que hay que rescatar o el que llega cibernética y falsamente a engañar a una tercermundista. Nos queda claro, que ha dejado de ser el actor para convertirse en una figura triste, decadente y torpe en comparación con las actrices que se nombra en el poemario, muy diferente pasa con nuestra heroína, que alguna página se observa como súper-ser deconstruyendo la lectura del superhombre de Nietzsche y que nos deja expectante de su decisión en la página 86. Un final abierto, como era de esperarse después de tremenda travesía, porque la voz poética de “18 poemas de fake love para Keanu Reeves” es una viajera que continúa su exilio por el mundo y no se resigna a quedarse quieta en el punto final de este poemario.
A nosotros solo nos queda dar las gracias: como peruanos, como tercermundistas, como exiliados.
Wong, Julia. 18 poemas de fake love para Keanu Reeves. Cascada de Palabras, 2021.
Julia Wong es escritora, poeta y crítica literaria. Tiene una obra fecunda en narrativa y poesía. Ha publicado, entre otros títulos, Los últimos blues de Buddha (2002), La desmineralización de los árboles (2013), Un vaso de leche fría para el rapsoda (2014), Mongolia (2015), Tequila Prayers (2015) y Pessoa por Wong (2017). Vive en Lisboa.