Incidentes reúne 74 microficciones de naturaleza y forma diversas, textos brevísimos y otros menos breves, haikus, caligramas, cuyos hilos conductores nos llevan, en distintos niveles, a una experiencia de lectura completa. Son breves historias que ocurren en el transcurso de algo, son instantes detenidos que abren hacia revelaciones o conducen a puertas misteriosas. En cada una de ellas hay un intento de explicación sobre el sentido de la existencia, a veces explícito, a veces más sutil, a veces también hermético.
El libro inicia con un texto breve titulado «Atreverse». Y ese llamado a atreverse es un desafío que pasa por lo escrito. Así, la narradora de esta primera historia comienza contando el descubrimiento de un manuscrito durante un viaje. Y en su relato encontramos ya algunos de los elementos clave para intentar descifrar el misterio que emana de este libro. Entre esos elementos están la multiplicidad de lenguas, el desplazamiento, está lo fantástico de las leyendas, están los acertijos, también está lo religioso.
El primer texto nos lanza, pues, un desafío a entrar en un laberinto. El que se nos presenta desde la misma portada, es un laberinto lingüístico en el que nos perdemos con placer y sorpresa, hasta que, justo cuando este recorrido comienza a generar alguna inquietud -un cúmulo de preguntas-, se nos tiende una serie de hilos de Ariadna narrativos. El hilo argumental, el más visible, es ese constante retorno al manuscrito boliviano del inicio, es decir, al origen de esta suma de historias y, de manera más amplia, a una reflexión sobre el origen.
El motivo del origen es otro de los hilos conductores de este libro. Por ejemplo, en el texto «Pupa papa», seguimos una historia de metamorfosis a partir del encuentro amoroso entre dos viajeros. Esta metamorfosis es un retorno al origen, donde el cuerpo del protagonista se transforma en un elemento simbólico de este origen: la papa, que es raíz y a la vez alimento. Esa doble condición, además, cierra el círculo de la vida vegetal: el inicio y el fin en un solo elemento.
Están el lugar de origen del mundo andino del primer cuento: el lago Titicaca, donde aparece un manuscrito; luego el hatunchallwa, el pez mágico de ese mismo lago, que da origen a humanos y animales. Y está, por supuesto, el origen en la pregunta acerca de la existencia de un dios creador, en esa «mónada» pitagórica que cada uno interpreta de distinta manera.
La apuesta formal de Ary Malaver, corresponde, de mi punto de vista, a la idea de hibridez descrita por Néstor García Canclini, esa mezcla de fragmentos de culturas e identidades en la fluidez de nuevos sistemas de préstamos interculturales. La naturaleza misma de Incidentes va en ese sentido, comenzando por su propia diversidad formal.
Y de hecho una de las problemáticas que plantea el concepto de hibridez es el de la traducción cultural, o cómo trasladar los significados de de una cadena de signos a otra, de una matriz de cultura e identidad a otra. Este es, a todas luces, un cuestionamiento que Ary Malaver también se hace y cuya respuesta aparece con claridad en el texto «Knoxville & Pisaq (no lo pienses tanto)», escrito en castellano e inglés, donde la relación entre ambos espacios escapa a las concepciones fijas de centro y periferia. No hay centro y no hay periferia, y Pisaq y Knoxville se unen en un movimiento espiral.
Otro aspecto de la hibridez, más societal, el de la desterritorialización, es abordado en uno de los textos más cercanos a la crónica: «visiones de hoy: «tengo miedo de los estadounidenses»» donde la anécdota musical (I’m afraid of americans, la canción escrita por David Bowie y Brian Eno), sirve de punto de partida para una reflexión crítica acerca del efecto tristemente homogeneizador de la globalización. Es quizás por ello que en muchas de sus ficciones lo local aparece como marca y posicionamiento crítico, en particular en ese cuaderno boliviano al que se recurre en busca de respuestas, y que parece cargado de sabiduría.
Otro de los aspectos que me han interesado en este libro es su invitación a tener una experiencia distinta de la lectura. Los textos están organizados de tal modo que funcionan de manera independiente y a la vez son un todo completo. Por su intratextualidad, los nexos internos que establecen invitan a la relectura. Son ficciones que dialogan entre sí como lo haría una comunidad políglota, sin orden, sin jerarquías, de manera abierta.
Parte de esa experiencia distinta es la profusión de narradoras femeninas, un modo más de evidenciar el intento de incorporar en distintos niveles a la otredad. La otredad de las lenguas, la otredad en los niveles de expresión, la otredad del género.
Con Incidentes, hacemos un recorrido a través del laberinto del lenguaje, del tiempo y del espacio. Hay criaturas celestes guiando al lector en medio de esta multiplicidad de signos, de motivos narrativos, como ese ángel que interviene para cambiar los designios de las cosas totalmente terrestres y guiar al lector a través de este viaje. Y el animal fantástico que parece estar en el centro de ese laberinto no es un ser monstruoso, sino más bien un unicornio, que aparece una y otra vez, citado por el manuscrito. A pesar de su carácter fantástico, este motivo no es portador de suerte, más bien reenvía al lector el fracaso de sus sueños.
Allí donde el libro se acerca más a la poesía -con un lenguaje depurado y certero- es donde las las ficciones de Incidentes funcionan como llaves que permiten salir de ese laberinto. Hacen preguntas y proponen respuestas filosóficas, existenciales, que resuenan largamente después de haber cerrado el libro. La puerta que lo cierra, resume, creo el propósito del autor, cuando la frase «Estoy solo» se convierte en «Estoy/Soy» y termina siendo «Soy todos/ Soy todo uno».
Malaver, Ary. Incidentes. Valparaíso ediciones, 2019.
Ary Malaver es escritor peruano, profesor universitario en los Estados Unidos, es especialista en estudios hispánicos. Incidentes es su primer libro de ficción.