Mayo, mes de las flores: la Madre Tierra nos permite expresar con ellas nuestro cariño y amor a nuestra madre humana. La poeta chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura en 1945, rinde así homenaje a su madre, en su poemario Tala:
Mi madre era pequeñita
como la menta o la hierba;
apenas echaba sombra
sobre las cosas, apenas,
y la Tierra la quería
por sentirla ligera
y porque le sonreía
en la dicha y en la pena.
Los niños se la querían
y los viejos y la hierba;
y la luz que ama la gracia
y la busca y la corteja.
A causa de ella será
este amar lo que no se alza,
lo que sin rumor camina
y silenciosamente habla:
las hierbas aparragadas
y el espíritu del agua.
El poema continúa, pero esas tres estrofas dejan percibir la calidad del vínculo que une a todos los seres de este mundo: madre es sinónimo de amor y de vida que resiste todos los embates de una existencia.
Y con el paso de los años, escribe César Vallejo,
Y mi madre pasea allá en los huertos,
saboreando un sabor ya sin sabor.
Está ahora tan suave,
tan ala, tan salida, tan amor.
Llaman la atención esas representaciones de la madre en los jardines y huertos de la vida, ligera como una exhalación de la Madre Tierra, o tal vez incluso un avatar de ella. ¿Mitificación de la madre humana, o simplemente vida rural y tradicional? Quien elija la mitificación ha entendido el sentido profundo de las palabras de los poetas, que sea mujer u hombre.
Mistral, Gabriela. Tala. Santiago de Chile: Pehuén Editores Limitada, 1986.
Gabriela Mistral (Chile, 1889) fue poeta, feminista y pedagoga. Premio Nobel de Literatura en 1945. Es autora de una obra poética inmensa.