Wañuq, de Yana Wayta

Wañuq, de Yana Wayta

Wañuq, de Yana Wayta

En las últimas décadas, ha surgido en todo el Perú y en nuestra América una eclosión de mujeres trabajadoras del arte, provenientes de todos los sectores sociales y regiones, de manera especial de los pueblos originarios y de los sectores populares. Son mujeres que toman la palabra y los espacios públicos a través del lenguaje del cine, de la pintura, de las redes, de la literatura, en particular, de la poesía. Para ello, rompen con los estereotipos de feminidad asociados a la sumisión, obediencia y mansedumbre impuestos por Occidente. 

Aunque nos formamos en una institución educativa monocultural que ha intentado eliminar toda manifestación propia de los pueblos de los que procedemos, partimos afirmando lo negado, las huellas que emanan de nuestro mundo interior, formas de  valoración, interpretación y comunicación distintas a la episteme moderna que globalizó colonialmente Europa. Sin embargo, establecemos un diálogo crítico con ella, sin la pretensión de imponer un pensamiento único. Así, varias poetas escriben en lenguas originarias; otras, de manera bilingüe; y algunas, en castellano peruano. 

En esta atmósfera emocional y sociocultural, se publica Wañuq (Hipatia Ediciones, 2025), primer libro de Yana Wayta (‘flor negra’), seudónimo de Andrea Orduña Vega, abogada cusqueña, con formación en estudios de género y derechos humanos. Junto con Ch’aska Anka Ninawaman, Qorich’asqa Quispe, Lourdes Aparición, Olivia Reginaldo, Pilar Vilcapaza, Edith Vega Centeno, entre muchas más, Yana Wayta forma parte de un conjunto de valiosas escritoras del sur del país que han emergido en los últimos años.

Wañuq (‘difunto’) consta de veintiocho poemas y lleva un epígrafe de José María Arguedas muy revelador, pues nos permite comprender uno de los sentidos del poemario: «No tememos a la muerte; durante siglos, hemos ahogado a la muerte, nuestra sangre, la hemos hecho danzar en caminos conocidos y no conocidos». La muerte y el eros son temas que han propiciado notables reflexiones en la poesía, la narrativa y la filosofía, y constituyen motivos poéticos de Wañuq. La muerte enarbolada por el padre, entendido como un orden social, durante más de cinco siglos, circunda y oprime al yo poético, a la madre y al territorio. 

La enunciante, una joven hija —de ascendencia y espíritu quechuas— que escribe en castellano peruano, configura una atmósfera de muerte, sedienta de «sangre comunal», mediante imágenes de la madre que «se ahoga en su seno / con toda la leche que no podía darme», sometida a los deseos de exterminio de un orden social patriarcal y del capitalismo colonial-moderno. 

El orden social que somete, desde mi punto de vista, a la matria y le impone el nombre de patria la subyuga, la oprime, la asesina. Este orden social destruye también las montañas, los humedales, pero de estos seres —por ejemplo, del Huacarpay y de la energía de la abuela— nacen cantos que convocan a las infancias, que “vuelan a la cima del nevado / y que de sus pies florecen / quewiñas como piel” (p. 17). De esa cosmogonía parece germinar un eros libre.  

Uno de los poemas que configura su arte poética se titula «12:55 a. m.». La enunciante afirma: «Siempre escribo de la muerte / que cae / en su ausencia. / Y cuando no escribo de la muerte / pienso en ella / y cuando no pienso en ella / la ejerzo. Pero, en realidad / escribo de la muerte / para seguir viva». En esta contradicción, radica la permanencia de lo vivo. 

Por otro lado, del poema dedicado a la abuela Juana Chaparro, «Madre de todas las madres», se desprende una contagiante energía. Sin ella, sin su alegría, su trabajo, su sentir y su cultura, no existiría absolutamente nada del mundo quechua.

Finalmente, si bien morir puede ser liberador, nacer y crecer en un contexto mórbido, por el cáncer de la madre, el desprecio al color de la tierra, el exterminio de nuestras abuelas y abuelos, de niños y pueblos enteros, por los cuyes que se suicidan, los ríos y cedros muertos, sin que los padres de la patria se perturben, es desolador. Con todo, en Wañuq, entre la oscuridad, el dolor y la niebla, surge una flor negra que se forma como el impulso vivo de escribir, abriendo el sentido de la vida.

Yana Wayta, Wañuq. Hipatia ediciones, 2025.


Andrea Orduña Vega (Yana Wayta), es abogada cusqueña, especialista en estudios de género y derechos humanos. Wañuq es su primer libro.

Acerca de Carolina O. Fernández

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